Para ello partimos desde el Barranco de Las Eras por el bosque del Solano de Las Eras en dirección hacia el Barcal de Gamueta. En ese inicio tuvimos que realizar unas inesperadas paradas. La noche anterior, Elia se había rasgado el tobillo jugando con sus amigos y al ponerse las botas le rozaba y escocía. Al final lo tapamos y probamos a ver si funcionaba.
Aunque le escocía su herida, Elia no quería volver al coche y poco a poco fuimos subiendo hacia nuestro objetivo buscando la ascensión por la frescura del Paco de Gamueta hasta saltar hacia el Collado de Quimboa.
Desde allí solo quedaba cruzar los amplios pastos de Quimboa Alto hasta llegar a las zonas altas y dar vista a los puertos de Anzotiello y Lacherito.
Asomados al impresionante balcón decidimos echar un buen bocado allí sentados. En estas, una fuerte volada de aire hizo despegar la gorra de Elia en dirección al abismo. Tuve que sujetarle del brazo ante su inmediata reacción de salir corriendo mientras gritaba ¡mi gorra!. Le explique que en esas situaciones lo mejor era despedirse de la gorra y calmarse. Aún hubo suerte, una vez dada por perdida decidí asomarme y la localicé en el mismo canto del cortado, la cogí y Elia se puso muy contenta.
La suave y amplia pradera daba para correr en la bajada, ya no se acordaba de su rasguño en el tobillo, aunque al preguntarle me decía que le seguía escociendo, pero como ya no tenía remedio, daba igual.
En la bajada remontamos a la punta de Quimboa Bajo intentando hacerlo por la arista que forma su pirámide. Aunque corto, el ascenso fue entretenido y Elia disfruto de algo más que de amplios y suaves pastos.
Después de un trago de agua seguimos bajando y cruzamos el conocido como Campo de Aviación. Un gran altiplano en el que Elia decía que se podrían echar varios partidos de fútbol a la vez y lo único negativo era que se escapara el balón.
Elia no quiso quitarse las perneras del pantalón en todo el día pese al calor y me explicó el porqué. En estas fechas que la hierba esta agostada y seca, las semillas de las innumerables gramíneas se sueltan y al cruzar los pastos, si va en pantalón corto, esas semillas se meten por la bota y al amontonarse en el calcetín le pinchan mucho y le molestan. Mientras que si mantiene las perneras del pantalón, esas semillas no entran, al menos en tanta cantidad, por la parte alta de la bota evitando así la molestia de sus pinchazos.
En la bajada por el cerro de Pinaré nos fue dando el viento todo el rato suavizando considerablemente el calor, hasta que entramos en la sombra del bosque del Paco de las Eras. Aprovechando parte del trazado del antiguo Circuito de Raquetas de las Eras descendimos bien frescos hasta el coche, completando así todos los objetivos del día, hacer una circular, evitar el calor en lo posible, subir a Quimboa y lo mas sencillo, disfrutar de un día en el monte como siempre.
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