miércoles, 24 de julio de 2013

Bosque de Oza. Hecho. Paseo entre árboles

El sábado pasado fuimos con Elia a ver que era eso de un parque arbóreo. Ninguno de los dos habíamos estado nunca en uno de ellos, aunque Elia por el camino hacia Oza, no paraba de explicarme cómo Gerardo, en las recientemente pasadas fiestas de Fago, les había preparado una tirolina y lo bien que se lo habían pasado todos los niños que allí estuvieron.
Por supuesto, y sin posibilidad de elección por mi parte, elegimos el circuito infantil.

 
 
Elia se enfrentaba a cada uno de los juegos del circuito con cierta dosis de prudencia provocada por la sensación de estar por el aire y dependiendo de una argolla que le mantenía fija a una sirga continua a lo largo del recorrido.
 
 
 
 
Al observar que el manejo de la línea de vida no era en absoluto complicado y sabedora de que aquel entramado le sujetaría en todo momento antes de llegar al suelo, le permitió ir ganando confianza rápidamente.
 
 
 
 
Los diferentes juegos del circuito no dan pie al aburrimiento. Los niños disfrutan de forma espectacular, y los acompañantes que nos vemos forzados a permanecer con ellos en el "saltapericos", también.
 
 
 
 
Las instalaciones me sorprendieron por su sencillez y efectividad en cuanto a la seguridad. No se ve ningún tornillo atravesando los árboles, solo cintas tensadas para sujetar todo el tinglado allí preparado.
 
 
 
Después de hacer cuatro o cinco veces el circuito infantil y aún no sé cómo, engañé a Elia para que me dejara probar uno de los otros tres restantes. Tras pedirle consejo a Coco, que andaba por ahí, me metí en el circuito "fuina".
 
 
 
 
Nada más entrar te das cuenta de la diferencia con el circuito infantil. La altura de las plataformas, la longitud de las tirolinas y de los cables, el esfuerzo que se impone para pasar las redes, la utilización de estribos,...
 
Mientras yo hacía este circuito, Elia me observaba desde abajo con Coco y no paraba de preguntarme si me lo estaba pasando bien. Yo le decía que sí y no le mentía.
 
 
 
 
 
Después de disfrutar del recorrido y sin perder nada de tiempo volvimos al "saltapericos". Tuve que recordarle a Elia que no conviene olvidar la prudencia en ningún sitio, y menos en el monte, en vista de la soltura con la que hacía los juegos y los pasos de plataforma. Su respuesta fue la habitual de cuando le dices algo así, ...¡que si, "pesau"!.
 
 
 
 
Tras siete repeticiones del "saltapericos", Elia no se conformaba y quería volver a repetir. Al final se dio cuenta de que Aroa y Ester tenían que acabar su jornada y cedió con la condición de volver otro día, momento que aproveché para negociar los otros dos circuitos que me faltan y espero probar en breve, ya que a la vista de lo que ahí había, segurísimo que no defraudan.
 
 
Las felicitaciones hay que dárselas a Val d´Echo Activa por haber preparado todo esto, para que los que quieran disfruten de una actividad saludable en un entorno espectacular.