No sabía bien que ruta tomar, así que mientras subía el puerto decidí bajar a Hecho por el cerro de Churdana.
La pista se conserva bastante bien, y las vistas que hay tanto de la Sierra de los Ríos como de Ramírez no dejan indiferente a nadie que pase por allí.
En la parte baja, ya dando vistas a la localidad chesa, un momento de duda se transforma en metedura de pata. Vi como había una traza de pista bastante arreglada que parecía que suavizaba la fuerte última pendiente para bajar a la carretera. Paré, fuí un rato andando y me pareció que podrían haber hecho un tramo nuevo para bajar de forma más suave. Volví cogí la bici y me puse a bajar por la pista nueva. A pocos metros más de lo que había avanzado caminando, la nueva traza se terminaba bajo una gran torre de electricidad. Un buen balcón de vistas del valle pero que me obligaba a volver hacia atrás por donde había ido hasta tomar la empinada traza de siempre.
Tras cruzar Hecho, me dirigí hacia mi objetivo del día, la pista del Escarrón. El lugar resulta siempre espectacular en todo su trazado y ahora en el otoño tan especial en que nos encontramos quería ver que nos ofrecía.
Nada más empezar, la zona no defrauda en absoluto. Cada pocos metros me paró para mirar, con la boca abierta, observando la visión que ofrece del valle.
Los campos, las bordas y los muros son los protagonistas, todo adornado con las vacas pastando. La pista resulta agradable, además de por todo lo dicho, la suave pendiente favorece el disfrute de un paseo espectacular. Solamente al final, pasado el barranco del Escarrón, la pista se empina un poco hasta alcanzar la carretera que sube a la Borda Bisaltico y Gabardito.
Al llegar a la citada carretera decido echar un bocado. Un par de mandarinas hacen que me decida a volver por el mismo sitio en vista de lo acontecido.
Una vez cruzado Hecho tomo la carretera para subir el puerto, esta vez en dirección contraria, hacia Ansó. No solo yo disfruto del día y aunque estamos a finales de noviembre, la temperatura hace que especies que normalmente estuviesen bien escondidas, se encuentren activas y bien activas.
Aunque la mañana avanzaba rápido y el hambre apretaba, al llegar al alto decidí meterme por la pista del Vedau. Con lo bien que me lo estaba pasando no era plan de bajar por la carretera en un pis-pas y comer con buena hora. Me sacrificaba y me autoengañaba con una barrita de chocolate para volver a disfrutar del Vedau y de la bajada por el camino desde la Borda Cheso, aunque eso supusiera llegar tarde a comer.
¡Menuda guinda para terminar el día!. La bajada por el camino siempre resulta de lo más entretenido. Día completo con el objetivo de la pista del Escarrón cumplido e improvisando las bajadas tanto a Ansó como a Hecho de una de las maneras más divertidas posibles