Sabíamos de lo complicado que podía resultar la orientación en la zona ya de por sí difícil, con el añadido de intentar no dejar de tener nieve continua. El refugio está en la cota 1430 y nosotros aún descendemos a poco más de los 1300 metros para coger nieve en los agujeros del karst de Larra.
Pronto cogemos nieve y empezamos a foquear tan felices. El paisaje es espectacular, priman las hayas en un bosque adulto donde árboles muertos conviven con pequeñas fagarras creando un ambiente propicio para el resguardo de todo tipo de fauna. Algún abeto también rompe, con su verdor, la inactividad invernal de las frondosas, participando en la composición del bosque.
Pronto, al imponerse la búsqueda de la continuidad de la nieve, comienza la incomodidad y la duda, pero seguimos adelante.
Después, y tras casi dos horas de pasar agujeros, bosquetes de fagarras, troncos viejos por el suelo,... tenemos que quitarnos los esquís para remontar un montículo y darnos cuenta que estamos en medio de la nada, es decir, en mitad del Karst de Larra y en ninguna parte en concreto. No hemos hecho ni la mitad del recorrido y vemos que nos falta muchísimo para llegar a la Foya del Portillo de Larra, por un terreno francamente incómodo para moverse con esquís, y casi peor para moverse con esquís en la mochila, que tampoco es plan.
Echamos un bocado al cuerpo preguntándonos donde se nos ha pasado el tiempo. El altímetro marca 1500 metros, y esta vez lo he calibrado por la mañana.
Algo apesadumbrados, nos damos cuenta de que el día ya está echado. A pesar de que no es excesivamente tarde, decidimos volver por nuestras huellas e intentar no perderlas para evitar males mayores.
Respecto a la primera pregunta, contento me he visto de no llevarme ningún bastonazo, y respecto a la segunda .... ¡¡¡PRONTO LO SABREMOS!!!