domingo, 24 de mayo de 2020

Circular en Ansó. Alano-Ruzquía-Tresveral-Zucaca

Esta mañana ha amanecido un poco nublado en Ansó, pero con las ganas que hay de salir, hemos decidido con Elia ir a dar una vuelta. Hemos cogido el coche para acercarnos hasta Tachera, y una vez allí, con el permiso para circular por las pistas, hemos subido hasta las parideras de Mazandú.




Elia recordaba que la primera vez que subió a la Punta del Achar de Alano también subimos hasta allí con el coche y el ascenso se recortó bastante. Recordaba bien el camino y pronto se acordó de que arriba, en el Achar, tenía un balcón donde esa primera vez disfrutó de lo lindo.




Después de llegar a la tasca y de intentar subir por todo los sitios que podía, nos dirigimos hacia el Collado de Tresveral. En el puerto de Alano aún quedaban manchas de nieve que nos permitieron disfrutar y aprender.




Aprendió a avanzar con seguridad sobre los neveros, observó como eran los agujeros que se hacían en primavera en ellos, comprobamos la resistencia de la nieve junto a esos agujeros y a decidir si era mejor rodearlos o podíamos atravesarlos.




Todo un intensivo que sus botas nuevas superaron con nota y ella también. Después del pasto suave del puerto de Alano y la entretenida nieve, entramos en un terreno kárstico con aspecto lunar en el que Elia se lo pasó pipa con las trepadas y destrepes para asomarse a los numerosos balcones que con vistas a Zuriza y Tachera no dejaban de sorprenderle.




Aunque nuestro objetivo era la Punta de Tresveral, que teníamos fichada desde las calles de Ansó desde hacía mucho tiempo, le propuse, en vista de cómo se lo estaba pasando, subir antes a la Punta de Ruzquía y así hacer dos picos de una tirada. Aceptó ilusionada sabiendo además que hoy llevábamos salchichón y queso para almorzar.




Antes de llegar a la Punta de Ruzquía, ya observábamos el curioso aspecto de la Peña Ezcaurri que desde allí se divisa y que no pasó desapercibido para Elia, que decía que era mucho más perfecto que hasta los arcos de las puertas de las iglesias.




Desde la Punta de Ruzquía teníamos a la vista nuestro objetivo real del día, la Punta Treveral. Tan solo quedaba bajar al Collado del mismo nombre y remontar el afilado pico. Poco nos costó sabiendo que la recompensa de comer el salchichón y el queso lo íbamos a hacer en la cima.




En la Punta de Tresveral, almorzamos y comprobamos que veíamos Ansó como le había dicho. Era lógico decía, "si desde el banco de Echevarne vemos la punta, también lo tenemos que ver desde aquí. Aunque no hayamos traído los prismáticos seguro que se ve".




Al verla tan animada le propuse volver por Zucaca. Entrando en el circo y recorriendo toda la pedreguera que lo adorna. Nos habíamos asomado al subir a la Punta de Ruzquía y le había encantado, así que volvió a aceptar ilusionada y más cuando le comenté que posiblemente fuéramos los primeros que la recorrían este año después de la temporada invernal.




Pasada la entrada en la pedreguera, en la que había que tener un poco más de cuidado, se lo pasó en grande viendo que bajaba a toda velocidad por las piedras, ..."es como bajar corriendo las escaleras mecánicas, ¡que chulo!", decía.
Hemos dado una vuelta bien maja, en la que hemos improvisado, aprendido, cumplido objetivos sobradamente y disfrutado de una mañana en la que el medio nublado nos ha protegido del calor,... ¿Que más se puede pedir?









domingo, 17 de mayo de 2020

Circular desde Ansó. Borda Cheso-Borda Alberro-Plana Cativiela-Campo Cortés-Collada Baja-Planos del Vedau

Esta mañana ha salido un día perfecto para disfrutar de nuestro cercano entorno y Elia y yo no hemos querido desaprovecharlo. Así que desde la puerta de casa nos hemos echado al monte para dar una buena vuelta.




Al poco de empezar hemos visto un brote de "betelaina" (viburnum lantana) que me ha ayudado mucho para indicar a Elia la característica forma de brotar de estos arbustos, ya que el otro día hablando de ellos sin verlos no se me hacía fácil trasmitírselo. En Ansó son buscados para hacer buenas varas por su flexibilidad, resistencia y agradable tacto.




Pronto hemos dejado los caminos más utilizados para movernos por lugares poco conocidos y poco transitados pero que, quizá por eso, tienen algo de especial. No son tan cómodos ni tan fáciles de seguir como los caminos "trillados", pero el hecho de trasladarte por el monte y cruzar cerros y barrancos con cierta facilidad y rapidez dan valor a lo que en realidad son o han sido siempre: sistemas de comunicación.




El desuso, su desconocimiento y el poco interés en recuperarlos como lo que son, no facilitan su mantenimiento, únicamente realizado por la ganadería y mientras pueden pasar.




A Elia le parecía increíble que en pocos minutos pudiéramos llegar al cerro que teníamos en frente, o al collado visible desde lejos, atravesando un bosque que contínuamente parecía una auténtica selva, por caminos, que aun descuidados, mantenían suaves pendientes y rumbos perfectos para fácilmente y sin demasiados esfuerzos alcanzar los objetivos que nos íbamos marcando .




Compartiendo las veredas de ciervos, vacas y jabalíes, incluso sorprendiendo a algunos de ellos, avanzábamos junto con la mañana que casi se nos quedaba corta para cumplir con los objetivos.




Elia no ponía pegas ni por el barro, ni por las zarzas, ni por los barrancos que había que cruzar,... solo se quejaba de que un enganchón con una rama le habían sacado un mechón de pelo de sus trenzas y sobre todo por no haber llevado salchichón para almorzar.




Incluso un desprendimiento que había cortado el camino lo aprovechó para observar las raíces de los pinos arrancados y explicarme lo que había aprendido en clase de biología sobre éstas.




A partir de allí y hasta casa me hizo una detallada descripción de cómo se hacía sus esquemas en la escuela. Detallando las peculiaridades de cada asignatura y especificando con ejemplos claros las posibles variaciones que podía llegar a hacer. Tan solo cambiaba de tema para recordarme que en que llegara a casa se iba a comer unos buenos trozos de salchichón.


Una mañana de domingo perfecta, bien aprovechada, en un entorno privilegiado y con unas posibilidades extraordinarias y lamentablemente poco valoradas.