miércoles, 14 de diciembre de 2022

Trekking del valle de Langtang. Himalaya Nepalí

 El pasado mes de octubre tuve la suerte de poder viajar a Nepal. El objetivo era realizar un trekking por el Valle de Lantang, al norte de Katmandú y en pleno Himalaya. Para ello confié plenamente en Dabid (Ojos Pirenaicos) que, apoyado por Naturtrek, organiza desde hace tiempo vivencias de este tipo por el Himalaya.

Partimos el día 9 de octubre Dabid, Paula, Idoia, Paola, Victor y yo rumbo a Katmandú desde Madrid. Un vuelo de unas 7 horas nos plantó en Dubai y en poco mas de otras 3 horas de otro vuelo llegamos a Katmandú.

Allí nos recibió Lalit, nuestro guía nepalí con el que íbamos a convivir durante los siguientes días. Nada mas llegar nos puso a cada uno un collar de flores naranjas muy chulas y que olían muy bien.

Con un taxi-furgoneta nos metimos en el caos circulatorio de Katmandú para llegar a Bhaktapur donde pasaríamos la primera noche en Nepal. En la cena empezamos a tener contacto con la comida nepalí y también con sus cervezas (o mas bien cervezones) y un paseo nocturno por la antigua ciudad nos dejó a todos con la boca abierta, ¡vaya sitio chulo!.





Al día siguiente, y acompañados de Narayan, nuestro guía local en Katmandú, volvimos a recorrer las calles de Bhaktapur, esta vez de día y con bullicio. Después visitamos Pasupathinath, un templo hinduista junto al Río Bagmati donde se realizan las incineraciones de los muertos en vivo y en directo. Después de "aprender" de la mano de Narayan a cruzar las locas calles de Katmandú (ojo que acojone) fuimos a Boudanath, templo budista donde esta la estupa mas conocida de Nepal y una de las mas grandes del mundo.


Al día siguiente tocaba viaje en todoterreno para llegar al lugar de inicio de nuestro trekking. El viaje es largo, duro y entretenido (y sino que le pregunten a Victor). Unas ocho horas de "tiovivo" para recorrer unos 90 km y eso que se trata de una de las principales conexiones con el Tibet. Pistas que se destruyen casi antes de terminarlas, con infinidad de desprendimientos y pasando por abismos entre motos, todoterrenos, camiones y autobuses de linea. No apto para turismos. Llegamos hasta cerca de Dhunche, creo que se llamaba Bharkhu (no estoy seguro), donde nos esperaban Kamcha, Karma y Kris, nuestros porteadores que nos acompañarían durante todo el trekking. Desde allí comenzamos a caminar hasta Thulo Shyaphru, donde llegamos de noche y dormimos en el "Balcón de la amistad". Lodge regentado por Dolma que es la mujer de Kamcha y donde conocimos a su hija Nin Dolma.




Nin Dolma no había estado nunca en el Valle de Langtang, así que como venía su padre y su "tío Dabid", no quiso perder la oportunidad de conocerlo y se vino con nosotros valle arriba.
Yo no paraba de alucinar con todo lo que veía, todo era gigante, los barrancos, las laderas, los rododendros, los puentes, el río,...
El valle es brutal, el bosque denso y frondoso, donde los árboles crecen sin ningún talento (¡hostia que grandes!)
Lalit nos echaba el freno y nos decía que avanzáramos con calma y que disfrutáramos en el ascenso. Eso y la cantidad de tés que tomábamos en los lodges resultaban importantes para la aclimatación necesaria para conseguir nuestros objetivos.




Pernoctamos en Hotel Lama, Lagtang y Kyanjin Gumba en nuestro recorrido por el valle. Hay cantidad de lodges para dormir, comer o tomar té.
El Río Langtang es impresionante o por lo menos a mi me lo pareció. La fuerza del agua, la cantidad y la velocidad que coge por la pendiente y los pedruscos gigantes del estrecho cauce, hacen que ruja de forma continua. Prohibido caerse y también bañarse. Estas podrían ser las únicas pegas que se le podrían sacar, ya que las consecuencias serían del todo serias.




Conforme ascendíamos por el valle íbamos observando los picos nevados que iban apareciendo poco a poco. Algún kilómetro antes de llegar al pueblo de Langtang observamos en el bosque las consecuencias de la onda expansiva del bestial desprendimiento provocado por el terremoto que asoló la zona en el año 2015, y que lapidó el pueblo. Los árboles gigantes del bosque habían sido despojados de sus ramas y solo quedaban los troncos erectos en la ladera. Ya digo que eso era algún kilómetro valle abajo, por supuesto conforme nos acercábamos al lugar, no quedaba ni rastro de esos gigantes en buena parte del bosque. Cruzamos el tremendo desprendimiento, observando el rastro que dejó al pasar por la roca del monte, antes de llegar al nuevo pueblo de Langtang. En este tramo predominan numerosos monumentos a todos los muertos provocados por el seísmo y sus consecuencias.





En el entorno de Langtang a unos 3500 msnm el valle se ensancha y el bosque pierde frondosidad. Un poco antes había empezado a reconocer especies como abetos, cedros o alerces. Desde los pinos y rododendros del principio, y el descubrimiento de los acebos supergigantes a mitad de camino, no había reconocido ninguna de las numerosas y grandes especies de árboles que hay en el bosque.





Poco a poco el paisaje va cambiando y, allá donde lanzabas la vista, observabas lo que siempre hemos entendido como Himalaya. Grandes montañas cubiertas de nieve con pendientes agresivas que terminan en turbulentos ríos de hielo que crujen al avanzar. Todo esto nos permitía también progresar con el curso de fotografía que nos ofrecía Dabid y del que cada día realizábamos un pequeño y entretenido concurso por las tardes en torno a la hora de la cena. Cada día había una temática...seguro que todo el grupo recuerda lo de: "HOY RETRATO". Esto era otro aliciente diario que generaba entretenimiento, aprendizaje y muuuchas risas.






El hecho de ir ganando cota nos permitía avanzar hasta nuestro objetivo, los 5000 msnm, pero además nos ofrecía la posibilidad de tener una perspectiva diferente del valle que habíamos recorrido. Rodeados de seismiles, sietemiles (Langtang Lirung) e incluso ochomiles (Shisha Pangma) el ambiente resultaba sobrecogedor y hacía que a todos se nos apoderaran las lágrimas y las sonrisas.




Un buen montón de abrazos para celebrar que todo el grupo habíamos conseguido el objetivo fue de lo más emotivo de la ascensión al Tserko Ri. Tras el descenso volvimos a descansar a Kyanjin Gumba antes de emprender al día siguiente un retorno rápido del Valle de Langtang con solo una pernocta en Rimche. Otro de los numerosos lodges del valle y situado en un balcón estratégico en medio del Valle de Langtang.
Al día siguiente llegamos a comer al "Balcón de la amistad" donde nos reencontramos con Dolma que nos había preparado un dalbhat, comida típica y habitual en Nepal a base de arroz, lentejas y verduras principalmente, aunque también es habitual que se acompañe de pollo. Por la tarde Nin Dolma y su amiga (Pushma creo que se llamaba) nos llevaron de paseo por Thulo, su pueblo. Resultó ser un recorrido sobrecogedor y otro de los momentazos del treeking y del viaje. Hasta nos convertimos en "tictokers" arrastrados por la simpatía de las niñas nepalís. Una cena maravillosa en casa de Dolma, con "raksi" incluido (bebida local recia) y todos los que habíamos participado en el trekking, puso fin a nuestra estancia en el Nepal rural.




De vuelta a Katmandú tras otras ocho horas de todoterreno, pasamos un día de compras por Thamel y una visita al atardecer a Swayambhunath (el Tempo de los Monos), inolvidable. Una cena con Lalit, donde además recibimos regalos, y unas cervezas en la noche de Katmandú, dieron por terminado el día en el Nepal urbano.



Con esto y el vuelo de vuelta dimos por terminado un viaje con unas vivencias fuera de lo habitual y con un grupo de gente fenomenal. Una experiencia enriquecedora que permite ver las cosas de otra manera, además de disfrutar de las montañas mas grandes del mundo. Una cultura para conocer y aprender, disfrutando de las sonrisas de las gentes de un lugar al que hay que intentar volver como sea.

Felicitaciones
A Dabid que a través de su empresa "Ojos Pirenaicos" en nuestro pirineo, ha generado un flujo de viajes de este tipo a Nepal arropado por Naturtrek.
A  Lalit guía local nepalí. Todo un profesional que a través de la empresa Himalyan Dynamic Adventures y su simpatía hacen que todo sea mas fácil allí.
A Narayan por hablar tan bien nuestro idioma, explicarnos tantas cosas de su cultura y enseñarnos a cruzar la calle en Katmandú.
A los porters Kamcha, Karma y Kris por su valiosa aportación y por enseñarnos a valorar el sacrificio, la convivencia, la serenidad y las necesidades realmente importantes.
A Dolma por su amable acogida y su sonrisa.
A Nin Dolma por existir y ser como es.
A Victor, Paula, Paola e Idoia por contribuir tanto a que este viaje haya sido mucho más que un viaje y una aventura.

¡¡Un abrazo fuerte para todos!! 
EQUIPAZO