El pasado 23 de Abril, día de San Jorge y patrón de Aragón nos fuimos con Elia a esquiar a Astún. La previsión para este día era buena, pero para los días siguientes no parecía nada clara con la llegada de la tormenta "Lola", así que había que aprovechar y asegurar con el día.
Ya sabíamos que las condiciones en Astún eran buenas. El sábado anterior habíamos estado con el mismo objetivo en la cabeza, pero desistimos a mitad de camino por el frío que pasamos, así que con el buen tiempo era el momento de retomar y cumplir con el objetivo.
Porteamos apenas cien metros más que la vez anterior y en apenas cinco minutos calzamos los esquís. La ladera de orientación norte está con nieve continua, lo cual contrasta notablemente con su ausencia casi total de las zonas orientadas al sur.
El día tan bueno que hacía con sol y sin frío nos permitió ascender dando una pequeña vuelta por la estación y acercarnos a ver el trampolín de saltos. Aunque Elia ya lo conocía, yo estaba convencido de que pasar al lado de semejante juguete no le dejaría indiferente.
"Jodo que grande, yo no me atrevería a saltar por aquí", comentaba. Tras decirle que, como todo, hay que empezar poco a poco para llegar a tirarse por un trampolín como ese, concluyó que seguía sin convencerle eso de echarse a toda velocidad por semejante tobogán.
Casi sin darnos cuenta nos plantamos en
La Raca. A Elia se le hizo corto y me preguntó por la hora que era. Estaba contenta por haber llegado a la punta que apenas una semana se nos había resistido y porque íbamos a llegar a comer a casa y así podría salir con sus amigos que habían venido a pasar el puente de San Jorge a
Ansó.
En la cima de la Raca nos entretuvimos un buen rato. Vimos el Valle del Aragón y la estación de Canfranc, Canal Roya y el Pico Anayet muy de cerca.
La estación de
Candanchú también la teníamos a la vista, así como todos los picos de nuestra zona y como no al
Midi d´Ossau, que cada vez que lo ve suspira.
Un conocido nos reconoció y después de charlar un rato nos hizo una foto con el Midi de fondo, ¡como no!.
La bajada fue trepidante, con una nieve en su punto y donde aún hubo tiempo de corregir y seguir aprendiendo, pero sobre todo disfrutando.
Un día completo y redondo, en el que nos vengamos del frío y la retirada a mitad de camino de la semana anterior y donde el disfrute subiendo y bajando con los esquís fue total para los dos.