Cumpliendo horarios nos pusimos a caminar justo pasadas las siete de la mañana y la aproximación nos costó unas dos horas, con lo que, a las nueve estábamos al pie de la aguja "donde estás tú". Por el camino ya nos encontramos a Unai y Beñat (www.capraalpina.com), y sólo les adelantamos en una parada que hicieron para descansar un poco. Tanto ellos como nosotros decidimos saltarnos el tramo de II del collado hasta la aguja "donde estás tú", y arrancar justo a pie de aguja. Así, formamos dos cordadas seguidas para recorrer la arista.
Pese a que la predicción era de buen tiempo, la niebla tapaba toda la arista. Solo dejaba ver los metros inmediatos, pero decidimos arrancar con la esperanza de que la "boira" levantara según avanzara el día.
Después de abrigarnos bien, arrancamos en los tramos de III ó III+ que salvan la primera aguja, y después de un pequeño destrepe, nos ponemos los gatos para afrontar el mejor tramo de la arista. La tirada de IV+ para subir la aguja "donde están éstos" resulta tan cómoda y sencilla como espectacular.
Dudamos un momento de si nos quitábamos los gatos o no para avanzar hacia el rapel por la arista. Al final llegamos al rapel con los pies de gato puestos y después de hacerlo nos los quitamos para llegar al paredón de la antecima.
Mientras Beñat y Unai seguían nuestros pasos, Pablo atacaba el paso mas complicado de la arista. Se trata de un V- que superamos sin problemas, aunque como comentó Pablo, en las reseñas que había mirado, ponía que había un clavo justo en el paso, lo que no ponía es que el clavo bailaba el chotis, el charlestón y hasta el cancán.
Las vistas que ofrece la arista eran espectaculares, siempre que lo permitía la niebla. No obstante, el sol, conforme iba avanzando el día se iba apoderando de la situación poco a poco.
El último largo que hicimos hasta la antecima, lo trazó Pablo un poco a su manera, apoyándose en que por donde había pasado había un clavo. Aumentó un pelín la dificultad pero pasamos sin problemas. Unai y Beñat hicieron la última reunión justo debajo de nosotros y observaron que el paso final era por el otro lado de por donde habíamos tirado.
Al final, el día despejó y solo arriba pudimos quitarnos la chaqueta. Nos hicimos unas fotos y nos despedimos de Unai y Beñat que tenían que bajar con más prisa que nosotros.
Después de unas cuatro horas de arista y otras dos de bajada hasta el coche, el hambre apretaba de lo lindo. Decidimos parar en la Borda Juan Ramón para echar un bocado. Pese a pasar de las cuatro de la tarde, nos dieron de comer estupendamente y además nos trataron como a todo el mundo le gusta que le traten, bien.
Ya relajados y tomando un café en la terraza de la borda, tiré de zoom para tener una imagen de la arista que se nos había negado por la niebla durante todo el día. Volvimos a casa tan contentos de haber disfrutado de otro muy buen día por el monte.