lunes, 2 de septiembre de 2019

Castillo de Acher de Oeste a Este. Entrada por el "desagüe", salida por la Chimenea Ledormeur

El pasado día 25, último domingo de Agosto decidí huir del jaleo reinante en Ansó provocado por la festividad del día del Traje y, aunque tarde, me escapé al Castillo de Acher.




Hacía tiempo que tenía ganas de entrar al pico por lo que sería su desagüe natural. Ya para acceder me metí en la aventura de cruzar unos espectaculares escalones de arenisca roja. No los había cruzado nunca y tampoco sabía si podría hacerlo, pero una traza de entrada y salida de vacas me animaron a intentarlo.




De manera mucho más sencilla de lo que esperaba, salvé la situación sin tener que deshacer lo andado, algo que entraba dentro de lo posible y que había asumido desde el principio. Tras un poco de alparceo por la zona localicé la entrada buscada. Además vi que estaba señalizada con una curiosa flecha blanca.




Una canal descompuesta lleva al tramo más interesante y donde comienzan los tres pasamanos de sirga que facilitan el paso. En el más alto y último hay un seguro suelto, hasta localicé la tuerca y lo intenté recolocar pero sin herramienta me fue imposible...¡cuidadín!




Es el tramo más escarpado y más entretenido, una vez pasado esto, la salida a la tasca es de lo más sencilla. Pero el ambiente que se respira es espectacular y conforme se avanza y se gana altura las vistas resultan fascinantes.




Una vez montado en la parte más baja del sinclinal colgado solo restaba ascender hacia la cima. No obstante cada uno de los pliegues de esta formación sorprende con sus vistas propias. Como si se tratara de las que proporcionaría el castillo al que asemeja, mirando por cada una de sus ventanas.




Las vistas a su arista norte y a Lo Campanil, se combinan con curiosas formaciones y cabradas de sarrios que compiten por la hierba con otros parientes cercanos.




La cima estaba como siempre, con gente que llegaba y se iba por el acceso habitual. Ya por el camino me había pensado completar la circular por otro de los accesos, que aunque mas conocido que el desagüe, tampoco resulta tan transitado, la Chimenea Ledormeur.




Esta vez tocaba destrepe, otro paso equipado y entretenido, y también más transitado que el que había utilizado como entrada a este espectacular pico cheso, se mire por donde se mire.





La nueva ventana que se abre al salir de la Chimenea Ledormeur nada tiene que envidiar a lo visto durante la jornada. Hay que prestar atención a la bajada y además de disfrutar de lo que se ve, hay que estar atentos en donde se ponen los pies para no tener un susto desagradable.




Tras ese corto tramo de prestar un poco de atención, la bajada a saltos y pasos de gigante que permiten aumentar la velocidad por la pedreguera completaron otra buena forma de disfrute, aunque tuve que parar un par de veces a sacar piedras de las botas antes de continuar descendiendo.





La llegada a los pastos suaves de Acher también lo agradecí después de tanta piedra, y la bajada por el camino habitual resultó tan entretenida como siempre.




Al llegar a Oza no dude en ir al Bar Costeros donde, además de disfrutar de un buen tentempié, también disfruté del lugar, del entorno que lo rodea y del trato recibido. Un día completo por un monte que nunca defrauda.