viernes, 31 de marzo de 2017

Nacedero del Urederra y Balcón de Pilatos. Parque Natural de Urbasa y Andía

Aprovechando la estancia en tierras navarras decido visitar la Reserva Natural del Nacecedero del Urederra. Aunque ya me he dado algún que otro paseo por Urbasa, la tarde primaveral del miércoles 29 de abril me provocaba para dar otra vuelta y comprobar la fama que tiene esta reserva.




El camino lo inicié en Baquedano en donde dejé el coche. Hay un aparcamiento y unas casetas de información que estaban cerradas, pero en las que indicaba que se podía acceder al nacedero sin autorización en las fechas en las que estábamos.




Además de toda la información correspondiente a la actuación respetuosa con el medio de los visitantes a la zona, indicaba la existencia de zonas valladas para evitar su degradación y favorecer la regeneración. Algo comprensible a la vista de la numerosa afluencia que se intuía.




Me sorprendió la cantidad de caudal de un río que acaba de nacer, por mucho que me hubiese informado antes y hubiese leído que era una surgencia importante.




Conforme remontaba el río, iba viendo los espectaculares paredones que forman el hueco que alberga el nacedero. 




El camino se iba estrechando y empinando y empezaba a aparecer agua por todos los lados, fluyendo entre saltos al cauce principal.





El ruido del agua, presente todo el rato, se iba haciendo cada vez más potente por culpa de las cascadas cada vez más altas también, debido a lo abrupto del terreno.




Pasarelas, vallados y protecciones eran las protagonistas secundarias, y eso que estaban por todos los lados, pero es que el río, el agua y el entorno, se llevaban el premio indiscutible.




 Llegué hasta donde se podía. El camino seguía un poco más, pero el acceso estaba restringido al uso  exclusivo de personal del parque. Fácil sería pensar que hasta por seguridad, ya que la agresividad del terreno era patente y eso que hasta ese punto no existe ninguna dificultad para llegar.




Estuve un buen rato observando todo, notando como llegaba a la cara el agua que salpicaba de las cascadas como si te la echaran con un pulverizador, pero con la diferencia de notar las corrientes de aire y de vacío que proporciona la mezcla de los desniveles y el agua.




Al volver, siguiendo las indicaciones del camino, éste me descubrió un agradable paseo donde pasé de la frescura de las hayas y el ruido potente del agua, a notar el sol primaveral otra vez y ver como los robles y las encinas se apoderan del paisaje antes de llegar a los prados y huertas de Baquedano.









Vi que me daba tiempo a parar a la vuelta en el Balcón de Pilatos. Así que subí hasta la zona alta de Urbasa y dejé el coche en el aparcamiento. Allí ya apetecía ponerse algo más que la camiseta de manga corta. Era más tarde, estaba en cota más alta y el esfuerzo para llegar al lugar era mínimo.




Las vistas hacia el valle, el paisaje y el "patio" competían por la espectacularidad. Un rato de sensaciones al asomarte al vacío y ver y volver a escuchar el atronador ruido del agua del Urederra al fondo del abismo....




...mientras unos mantenedores del paisaje cuidaban de la hierba y otros mantenedores jugaban y disfrutaban con las corrientes de aire que a mí me hacían asomarme con el freno echado por si acaso...




... propiciaron el aprovechamiento de una tarde primaveral, disfrutando por el monte como siempre, en un terreno desconocido pero que poco a poco voy descubriendo.