El pasado domingo, 13 de junio, se me ocurrió darme una vuelta por el valle vecino. Hacía tiempo que no campaba por la zona de La Costatiza y me apetecía, así que, aunque tarde, partí para allí.
Pese al mal horario que llevaba, el terreno me favorecía por orientación, al menos en el ascenso por bosque hasta
La Costatiza. Una vez arriba las cosas siempre se ven de otra manera.
Y aunque nada mas sea por la vistas, tanto de
Lenito,
Lo Faito, la cara norte de la
Cema Blanca,
Peñaforca, el
Rincón de Alano,
Chipeta,...mirara hacia donde mirara, y aun siendo todo conocido para mi, no paraba de quedarme boquiabierto.
Una vez en la
Caseta de La Costatiza, decidí echar un trago de agua y al observar los últimos arreglos me acerqué a observar el interior. La cama hecha y víveres abundantes daban una buena sensación de uso y funcionalidad.
Al saltar el cerrete de encima de la caseta, a las vistas se añadía el imponente
Castillo de Acher. También se visualizaba la curiosa ruta a seguir que había pensado realizar, y al verla, aún me gustaba mas.
El paso del
Barranco del Jardín me introdujo en una zona de pedriza salpicada de pino negro alucinante. Las
Peñas del Solano Lo Jardín no pasaban desapercibidas cerrando la cuenca del barranco por su parte norte antes de llegar a
La Coveta, un paso obligado en la parte más baja de las
Rallas de la Costatiza y que da vista al
Codero de Acher.
Las chimeneas de arranque de las Rallas de la Costatiza también me resultan alucinantes e incluso tentadoras. ¿Que pasos habrá por allí arriba?, ...será para otro día.
En ese momento me conformé con disfrutar de los contrastes de las piedras rojas y la hierba verde del
Puerto de Acher, y para compensar me acerqué por la cingla, sin bajar al
Codero de Acher, hasta la pequeña y curiosa cueva que hay en la parte norte de las paredes de las
Rallas de la Costatiza.
Aunque estaba tan a gusto por allí, era el momento de empezar a pensar en bajar, ya que además del calor, el hambre también apretaba y como suelo hacer siempre que me escapo para dar una vuelta, no llevo comida contundente, así que una vez echada la mañana por las alturas solo quedaba volver al coche.
El hecho de bajar por el habitual camino del
Castillo de Acher hizo que empezara a ver a las primeras personas del día. La zona por la que había pasado el resto de la mañana es muy poco transitada e ideal para cuando quieres ir a tu aire sin ver gente aunque sea el fin de semana mas concurrido del año.
En el descenso, de nuevo el bosque, dejando atrás las espectaculares vistas de todo el día. La sombra en este caso también se agradecía y el cuidado camino viejo desde
Oza hasta
Lo Sacadero, que es donde había dejado el coche, completaba una agradable circular.
Otro buen día de monte, esta vez en el valle vecino, donde pude disfrutar de zonas poco transitadas y donde todo, aunque conocido, no paraba de sorprenderme. Una gozada para pensar en repetir.