Sin madrugar, cogí el coche y avance lo que pude por la pista de Picoya. Poco pude avanzar por ella ya que la nieve apareció rápidamente, pero había que acercarse todo lo posible.
A partir de este punto de la pista, sólo me quedaban 1000 metros de desnivel y todo el día por delante.
Avanzando por la pista sólo me encuentro con un corte de nieve de unos 150 metros en los que tengo que llevar los esquís en la mano. A partir de ahí solo tengo nieve y numerosos rastros de corzo, jabalí y ardillas. Cuando llego a la trocha que sube por la loma de Picoya la cojo y asciendo por ella hacia la Borda Menuda.
En el ascenso de la Loma Menuda hacia el Campo Cortés, observo que, aunque en los días pasados la temperatura ha sido realmente baja los sauces de montaña saben que la primavera se acerca y no se frenan en el desarrollo de sus brotes. Esas bajas temperaturas han provocado que la nieve estuviera como en Alaska, ...¡alucinante!.
Cuando salto a la altura del Campo Cortés ya se adivina el perfil de lo que pretendo hacer hasta el Pueyo Segarra. Se trata de seguir avanzando por el cerro y recorrer toda la arista que hace muga con el Valle de Reclusa hasta la cima.
La caseta de bóveda del Campo Cortés da paso a los ventisqueros provocados por el cierzo.
Al llegar a la arista, las vistas de Peñaforca, Lenito y Castillo de Acher contrastan con la impronta dejada en la nieve por un ave posiblemente en su despegue.
Habiendo remontado por Espildoya y encontrándome en el cordal que me lleva a Picoya y al Pueyo de Segarra, las vistas y el ambiente son espectaculares.
Sólo en un paso tengo que quitarme los esquís para avanzar y allí aprovecho para sacarme una foto. Después de cortarme la cabeza un par de veces y de sacar otras tantas el chinebro y el cielo, consigo sacarme bien en el medio y ahí que pongo la foto, ... ¡después de las carreras que me ha costado!.
Tanto me animo, que decido sacarme otra foto cuando me vuelvo a poner los esquís, y esta vez acierto a la primera, ... ya le voy cogiendo la marcha a esto de dejar la cámara en el suelo.
Una vez arriba, hasta el Midi se asoma por detrás del Castillo de Acher par ver como he mejorado en esto de los autorretratos.
Como estoy solo, arriba pierdo poco tiempo, no hay nadie con quien decir tonterías ni reírse, así que me como una naranja, quito pieles y a probar la nieve polvo por debajo de los 2000.
Hasta en el Campo de Aturra encuentro nieve polvo, estoy en la cota 1500 aproximadamente y sigo disfrutando de esta calidad tan bien conservada por la temperatura de estos días.
Al llegar a la pista la nieve se ha transformado y las nubes previstas hacen su aparición. Pero al llegar a las zonas de umbría, como si de una nevera se tratara, la nieve se conserva como la he encontrado por la mañana. Esto hace que los esquis deslicen haciendo que el paso por la pista sea más entretenido. Día redondo en un monte que no siempre se puede hacer completo con esquís.