Así, el pasado uno de enero nos dirigimos hacia la localidad de El Bosque para realizar una preciosa ruta hasta Benamahoma recorriendo el Río Majaceite.
Habíamos leído que era una ruta muy interesante y sus únicas pegas eran la numerosa afluencia que tenía y los problemas que ésto generaba por su estrechez en algunos puntos. Supusimos que el día uno de enero la afluencia sería menor y los atascos en la ruta menores y acertamos.
El camino se sigue muy bien, la primera parte es muy placentera y poco a poco el cauce se va estrechando permitiendo cada vez más frescura.
En los pasos más expuestos existen barandillas para aportar seguridad y confianza. La humedad del suelo, unido al pulimento de las piedras producido por el uso, hacen que haya que ir con cuidado para evitar resbalones.
El río habitado por truchas y nutrias, permite un microclima con una vegetación exuberante que contrasta con el paisaje que hay fuera del cauce.
Una gran piedra de molino dentro de un conjunto de ruinas, nos hizo pensar, que en su día, se había aprovechado de otra forma la fuerza del agua y las corrientes en las que nos encontrábamos.
Al dar vista a Benamahoma y salir del estrecho cauce observábamos cambios drásticos en la vegetación. Nos encontrábamos cactus y palmitos recordándonos que nos encontrábamos en el sur de la Península.
En lugar de volver inmediatamente, al llegar a Benamahoma alargamos la excursión tentados por una señalización que indicaba "Ecomuseo del agua". Una vez allí, encontramos las instalaciones cerradas haciéndonos recordar que la fecha en la que nos encontrábamos había evitado las aglomeraciones en la ruta pero algo a cambio tendríamos que pagar. No obstante echamos un buen y fresco trago de agua en una preciosa fuente que allí había.
Tras un pequeño bocado retornamos por el mismo camino para completar una excursión de lo más interesante y entretenido, arrancando el año en plena Sierra de Grazalema y volviendo por la noche a los "pescaitos" y los finos por las calles de Cádiz.