El pasado sábado, 27 de febrero, salió un día despejado en Ansó. Habíamos quedado Peyo, Aro, Alberto y yo para dar la vuelta al Mallo de Lacherito. Peyo llevaba un tiempo con ganas de hacerla y nos convenció a todos fácilmente para hacerla ese día.
Salimos de Linza con los esquís calzados, aunque ya empieza a escasear la nieve incluso en las umbrías. Un par de pequeños cortes, uno antes de la Foya de los Ingenieros y otro justo al terminar ésta, nos hicieron descalzar los esquís durante unas decenas de metros.
Salvo esos microcortes la continuidad de nieve en todo el recorrido realizado fue completa. Incluso en la diagonal de la
Foya Manaté, siempre comprometida. Había nieve, algo dura, pero nos permitió cruzar sin descalzar. Allí algunos optamos por cuchillas, otros nada y otros prefirieron pasar a crampones.
Al ir remontando hacia el Collado de Huerto de Lacherito fuimos observando nieve nueva y coladas en diferentes orientaciones. Pero ya suponíamos que la bajada iba a encontrarse en buenas condiciones por la orientación y por como había entrado el último frente.
En el primer giro ya confirmamos lo que habíamos supuesto, y la crema pirenaica aparecía como siempre. Fácil y cómoda de esquiar facilitando el descenso en esa zona tan empinada.
Disfrutamos del descenso y de las vistas que teníamos dirigiéndonos hacia la
Foya de Lacherito.
Sin llegar a la caseta, trazamos una diagonal que nos permitió no perder tanta cota y acercarnos a la
Collada Anzaba, que es como conocemos en
Ansó a la que en los mapas aparece como la
Collada del Puerto de Lacherito
En la
Collada Anzaba realizamos la segunda transición. Por segunda vez quitamos pieles para disfrutar de otro buen descenso también en su punto. La orientación iba a nuestro favor, siempre pensando en los descensos.
Nieve más pesada nos tocó para asceder desde
Ansabere hasta la
Collada de Petrachema. Aquí el calor apretaba de lo lindo y nos hizo sudar.
Bien es verdad que ganando altura y con unas oportunas "boiras", los últimos tramos los subimos más frescos.
Como durante toda la mañana, las vistas acompañaban, y además, eso de ir cambiando de vertientes también ayuda a encontrar entornos diferentes entre los que se haría difícil, si se tuviera que hacer, elegir alguna de las vistas observadas.
La última transición la hicimos rápido porque el viento no era agradable. La esquiada desde el
Collado de Petrachema hasta
Linza, recorriendo todo el
Barcal de Linza puso la guinda a un muy buen día de monte y esquí, combinando algunas zonas poco transitadas con otras más habituales y completando una vuelta de lo más entretenida.