miércoles, 28 de agosto de 2019

Circular desde Las Eras, Ansó. Barcal de Gamueta-Quimboa-Pinaré

El sábado pasado, 24 de agosto, nos fuimos con Elia a Quimboa. Ella tenía ganas de subir hacía tiempo ya que era uno de los pocos picos que le quedaban por subir en la zona. El día se preveía caluroso y decidí alterar un poco la subida normal desde Tachera para ganar un poco de frescura en lo posible y ademas completar una circular diferente a lo habitual.




Para ello partimos desde el Barranco de Las Eras por el bosque del Solano de Las Eras en dirección hacia el Barcal de Gamueta. En ese inicio tuvimos que realizar unas inesperadas paradas. La noche anterior, Elia se había rasgado el tobillo jugando con sus amigos y al ponerse las botas le rozaba y escocía. Al final lo tapamos y probamos a ver si funcionaba.




Aunque le escocía su herida, Elia no quería volver al coche y poco a poco fuimos subiendo hacia nuestro objetivo buscando la ascensión por la frescura del Paco de Gamueta hasta saltar hacia el Collado de Quimboa.




Desde allí solo quedaba cruzar los amplios pastos de Quimboa Alto hasta llegar a las zonas altas y dar vista a los puertos de Anzotiello y Lacherito.





Asomados al impresionante balcón decidimos echar un buen bocado allí sentados. En estas, una fuerte volada de aire hizo despegar la gorra de Elia en dirección al abismo. Tuve que sujetarle del brazo ante su inmediata reacción de salir corriendo mientras gritaba ¡mi gorra!. Le explique que en esas situaciones lo mejor era despedirse de la gorra y calmarse. Aún hubo suerte, una vez dada por perdida decidí asomarme y la localicé en el mismo canto del cortado, la cogí y Elia se puso muy contenta.




La suave y amplia pradera daba para correr en la bajada, ya no se acordaba de su rasguño en el tobillo, aunque al preguntarle me decía que le seguía escociendo, pero como ya no tenía remedio, daba igual.




En la bajada remontamos a la punta de Quimboa Bajo intentando hacerlo por la arista que forma su pirámide. Aunque corto, el ascenso fue entretenido y Elia disfruto de algo más que de amplios y suaves pastos.




Después de un trago de agua seguimos bajando y cruzamos el conocido como Campo de Aviación. Un gran altiplano en el que Elia decía que se podrían echar varios partidos de fútbol a la vez y lo único negativo era que se escapara el balón.




Elia no quiso quitarse las perneras del pantalón en todo el día pese al calor y me explicó el porqué. En estas fechas que la hierba esta agostada y seca, las semillas de las innumerables gramíneas se sueltan y al cruzar los pastos, si va en pantalón corto, esas semillas se meten por la bota y al amontonarse en el calcetín le pinchan mucho y le molestan. Mientras que si mantiene las perneras del pantalón, esas semillas no entran, al menos en tanta cantidad, por la parte alta de la bota evitando así la molestia de sus pinchazos.



En la bajada por el cerro de Pinaré nos fue dando el viento todo el rato suavizando considerablemente el calor, hasta que entramos en la sombra del bosque del Paco de las Eras. Aprovechando parte del trazado del antiguo Circuito de Raquetas de las Eras descendimos bien frescos hasta el coche, completando así todos los objetivos del día, hacer una circular, evitar el calor en lo posible, subir a Quimboa y lo mas sencillo, disfrutar de un día en el monte como siempre.














lunes, 19 de agosto de 2019

Circular desde Guarrinza. Ibón de Lacherito-Lac d´Ansabere

El sábado pasado nos fuimos con Elia a dar una vuelta. Ella tenía muchas ganas, ya que desde que se fue a Inglaterra a finales de julio no habíamos tenido la oportunidad de ir al monte. También le apetecía estar por la noche con sus amig@s, y más la noche del viernes, ya que había cine al aire libre, dentro de las numerosas actividades del verano en Ansó y no se lo quería perder.
Con toda esta situación, adaptamos el horario de salida para llegar a todo. No madrugamos tanto como teníamos previsto y asumimos pasar algo más de calor en el ascenso al Ibón de Lacherito.




Hasta el Estrecho de Las Foyas, donde se separa el camino que se adentra en el puerto de Las Foyas y alcanza la Collada del Palo, fue el tramo donde más se dejó notar el calor. A partir de allí, algo de viento nos permitía mitigar la temperatura de mejor manera.




Elia ya se conocía el camino, ya que hacía años que había subido por primera vez y posteriormente había estado con el campamento de verano. Así que una vez repostamos agua en la fuente, ya sabía que prácticamente habíamos llegado.




Esta vez pasamos de largo del ibón en busca de la divisoria con Francia observándolo desde las alturas y disfrutando de él de otra forma diferente. Incluso se atrevía a encontrar parecidos entre la lámina de agua y formas diferentes de cosas y animales.




Al llegar a la divisoria pudimos ver el Lac d´Ansabere, mucho más pequeño que el Ibón de Lacherito pero enclavado en una pequeña cubeta con un entorno inmejorable.




Con vistas a Lescun y abducidos por el "charco" decidimos bajar hasta su orilla y disfrutar de él mas cerca.




Buena y agradable sorpresa nos llevamos cuando vimos que entre un numeroso grupo de personas que allí estaban, conocíamos a unos cuantos del valle vecino cheso, que estaban acompañados de un grupo de franceses de los valles vecinos. Elia se puso las botas de comer de todo lo que allí le ofrecían, no decía que no a nada.




Me costó hacerle ver que nos teníamos que ir, no quería moverse de allí. No me extraña, con todas las viandas que le estaban ofreciendo y el buen ambiente que se había montado. Aún aplaudimos desde la distancia una jota que escuchamos mientras remontábamos de nuevo a la divisoria.




Decidimos subir al Pic de la Chourique o Pico Lacherito, buena atalaya con ambiente donde disfrutar de las vistas y del espectacular entorno.




En la bajada, y cuando se pudo, como siempre a correr. Tramos empinados se combinaban con otros mas suaves en dirección a la Foya de Lacherito.




Un trago de agua en la caseta nos refresco lo suficiente para disfrutar de la bajada placentera por el Valle de Lacherito.



Día espectacular por el monte con sorpresas incluidas. Un buen baño en Guarrinza completó una jornada de lo más entretenida y donde aprendimos que cualquier rincón del monte puede tener encantos importantes.