El pasado viernes trece nos pusimos con Pablo camino de la Cueva Cucos. Salimos tarde, hacia las once de la mañana. Dejamos el coche en el aparcamiento del puente de Camín, lugar donde se toma el barranco de Fago para su descenso. Nosotros en lugar de bajar al barranco, nos dirigimos hacia la Plana Montoscuro pasando por el Puntal de Capitán.
En la Punta Capitán dejamos el camino hacia el Paso del Gato, que va perdiendo altura poco a poco para rodear la zingla que forma la Plana Monteoscuro por la parte de abajo. Nosotros continuamos ganando altura para llegar directos y sin rodeos a la Plana Monteoscuro.
Una vez en la Plana Monteoscuro llaneamos por una traza que se deja seguir. La traza poco a poco va perdiendo cota pero se hace cada vez más clara, terminando por convertirse en un buen camino. Las vistas hacia el sur, nos dejan ver claramente el Barranco de Terné, que realiza un espectacular giro para acabar bajando paralelo al barranco de Fago sin verter sus aguas a él.
Conforme giramos, enseguida vemos el paredón y la zingla del barranco que forma la Cueva Cucos. Bajo el paredón la roca forma un abrigo utilizado para encerrar el ganado, prueba de ello son los restos de muros existentes. Ahora el camino invita a seguir, ya que aunque está más limpio hasta la cueva, después continúa.
La zingla que forma la cueva tiene una espectacular yedra justo por donde discurre el agua. Nos adentramos para ver la Cueva Cucos y, por camino marcado y limpio, llegamos hasta ella. Se trata de una cueva pequeña y coqueta, con claros indicios de un uso continuado, proporcionados por el hollín incrustado en la cúpula interior.
Aún es pronto, y si volvemos a casa tan rápido pensarán que nos ha pasado algo. Decidimos seguir el camino que continúa, no tan limpio, pero con una buena traza y mejor dirección. Nos lleva tan llanos que parece que nos hubiésemos montado en una curva de nivel de un mapa. Llegamos a una bifurcación y decidimos coger la que va hacia abajo y nos lleva hasta el cerro que separa las aguas del Barranco de Terné con el de la Fozarrata. Allí tenemos unas impresionantes vistas de Fozarrata, formando un inesperado tajo en el monte que parece inaccesible.
Por la dirección que lleva el camino que hemos cogido, podemos pensar que se dirige al pueblo abandonado de Huértalo, pero se nos ha hecho tarde (son más de las dos) y no vamos a poder comprobarlo. Decidimos volver a la bifurcación anterior, pero en lugar de deshacer el camino recorrido, remontamos un cerro hasta un montículo aislado que nos da pié a pensar que podemos tener una buena visión de la zona. Desde arriba la vista el espectacular, vemos toda la sierra de Fórcala, debajo de nosotros el Campo Marianico encima de la Cueva Cucos, y al fondo a nuestra derecha, la Plana Monteoscuro. Son más de las tres de la tarde y no hemos probado bocado, decidimos bajar al Campo Marianico y comer algo.
Después de comer, sin dar más rodeos vamos hacia la Plana Monteoscuro, no sin antes comprobar la resistencia del hielo acumulado en estos días....
Antes de llegar a la Plana Monteoscuro, vemos el Paco Casero que da forma al montículo aislado que antes hemos utilizado de atalaya para observar toda la zona.
Desde la Plana Monteoscuro repetimos el camino de subida. Llegamos al coche sobre las cinco de la tarde, convencidos de volver a husmear ese camino que hemos dejado...
2ª Etapa: Puente de Camín-Campo Chandomén-Collada Cornaval-Plano la Sierra-Paco Ablento-Fago
El lunes dieciséis, víspera de San Antón, decidimos retomar el camino que no se nos quita de la cabeza. Esta vez nos acompaña Gerardo, que parece que tiene ganas de hacer algo para quitarse los kilos cogidos estas navidades. Por las informaciones que hemos recogido, el camino en cuestión, es el camino que iba de Fago a Biniés, y probablemente, el de la bifurcación que tomamos el viernes, es el que llevaba a Huértalo.
Sobre las once de la mañana, y después de haber tomado un buen café en Casa Alejos con Kasilda, nos vamos hasta el puente de Camín, como el otro día, con el objetivo de seguir el camino y ver que nos depara.
Avanzamos rápido, ya que el camino se sigue sin dificultades, excepto al cruzar algún barranco, pero buscando un poco, rápidamente volvemos a encontrar la caja del camino. Volviéndonos hacia atrás parece que nunca vamos a perder de vista la impresionante brecha de Fozarrata. Vamos pasando barrancos y más barrancos, que todos fluyen al de Terné. Cuando ya intuimos el campo de Chandomen, en el último cerro que tenemos que pasar, tomamos una traza un tanto desfigurada, comparándola con la que hemos seguido toda la mañana, y perdemos algo de altura. Lo que sospechamos se confirma, hemos perdido el camino casi al final. Gerardo seguro que piensa: "¡ya sabía yo que con éstos no podía pasar el día sin una encepada!"...
Aunque no ha sido una gran encepada, todos, incluido Beltza, teníamos ganas de llegar. Remontamos pista arriba y llegamos al Campo Chandomen, que es donde teníamos que haber salido siguiendo el camino. Pablo inspecciona y localiza rápido el camino, con la misma traza que habíamos seguido toda la mañana. Observamos dónde nos hemos despistado, y es justo donde hemos empezado a perder altura.
Después de la comida nos ponemos en marcha, se ha nublado un poco, eso hace que la temperatura no sea la de estos días, y que el forro no estorbe aunque estemos caminando rápido. Pronto dejamos atrás la Collada Cornaval.
La chaqueta sigue sin sobrar, pese a caminar a buen ritmo, y la pista permite llevar las manos en los bolsillos, mientras nos acercamos al Plano de la Sierra.
Las últimas rayadas de sol nos pillan en el Mallo Chenero, ya tenemos más cerca la Cantera Berricho, que nos dará paso a coger la trocha que baja por el Paco Ablento.
Cuando llegamos al final del Paco Ablento, la noche se ha echado encima, seguimos bien el camino y todos nos alegramos de ver las luces de Fago.
Eran las siete de la tarde cuando llegamos a Fago. Tomamos una cerveza rapidísima en Casa Alejos, y Gerardo nos llevó a coger el coche al Puente de Camín. Teníamos mucha prisa, ya que habíamos quedado con toda la cuadrilla en Ansó, a las ocho, para tocar los cañones como todos los años por San Antón. Después, fuimos a cenar a la Borda Nadal y seguimos tocando, sin dejarnos ninguna calle, hasta bien entrada la madrugada.