miércoles, 10 de junio de 2015

Vía Valle de Canfranc. Tobazo

El sábado pasado, 6 de Junio, madrugamos con Pablo para ir a escalar. Pasamos por Hecho, donde recogimos a Nieves y Joan, y los cuatro nos dirigimos hacia Rioseta para escalar el Tobazo. La vía elegida fue la Valle de Canfranc de 14 largos, 475 metros, equipada por Luis Royo y Julio Benedé en el 2013. La reseña original marca un grado de V+, pero mirando las múltiples reseñas que hay por ahí le otorgan un 6a.


Aparcamos el coche justo en la curva de la carretera donde se encuentra la entrada del cuartel de los militares, desde ahí no hay más que seguir las pilonas de la luz hasta la número 8 donde se gira a la derecha en busca del arranque de la vía por una pedreguera.




Ya hacía calor a las ocho de la mañana y nos quedaba todo el día por delante, y al sol. No quedaba más remedio que tomárselo con calma y más después de ver la cantidad de gente que teníamos por delante,....y por detrás.




Una vez sacado el número como en la pescadería, arrancamos con lo nuestro. Como si no hubiera tenido tiempo, Pablo decidió cambiar sus zapatillas por los "gatos" cuando vio que la adherencia le fallaba en mitad del largo,...¡que majo!.




Al ir de segundón con Pablo, podía hacer fotos a Nieves y Joan que venían por detrás. Empalmamos algún que otro largo, siempre que nos daba la cuerda de setenta que llevábamos. 




Una vez que llegamos al embudo nos plantamos ante el largo más delicado de la vía (L6). Un muro vertical donde hice mi primera y única trampa agarrándome a una cinta para pasarlo. Fácilmente acerable por la cercanía de las chapas.




Pasado el L7 sin nada de especial, llegaron tres largos disfrutones seguidos. En el L8 hay un diedro que ya me hubiera gustado que durase un poco más, en el L9 "el espejo", la confianza de ir segundo me permitió encontrarme con una presa perfecta para superarlo y el L10 "el hueso" mantiene un buen ambiente de escalada sin complicaciones.





Todas las reuniones son cómodas. Esto permitía descalzarnos tranquilamente para que los pies se liberaran de la atadura de los "gatos". También ayudaba a llevar mejor las esperas entre las muchas cordadas que allí estábamos.




El entorno en el que nos encontrábamos permitía que las vistas, allá donde echaras el ojo, resultaran de lo más agradable.




Pronto nos plantamos en la cima del Tobazo donde nos hicimos la foto de rigor. Comentamos las mejores jugadas y nos fuimos para abajo. En las reseñas se daba la opción de coger un camino en desuso que empalmaba con el principal que baja desde las casetas de la estación. Me quedé alucinado del camino en desuso. Tenía una caja espectacular, con una pendiente mantenida por toda la ladera trazando curvas que se seguían sin ningún problema. Yo no paraba de decir: ¡que camino, que camino! como si no hubiera visto nunca algo así, pero es que no me lo esperaba y me sorprendió. 



Una buena jarra de cerveza fresca en Canfranc, acompañada de un irresistible bocadillo completaron una buena jornada de monte con muy buena compañía. Solo una pega, la envidia que me daban los tres acompañantes cuando planeaban la salida del día siguiente, ya que para mi era imposible acompañarles,... ¡que cabrones!.