Después de unos días húmedos y con abundante lluvia, por fin el domingo salió despejado. Una fina capa de nieve nueva sobre un mazacote endurecido por la bajada de temperaturas nos recibió en Linza.
Ya desde el aparcamiento habíamos visto los aludes provocados por la humidificación del manto, que habían dejado a la vista la tasca.
Elia estaba tan contenta que asumió de buena manera el tener que descalzar los esquís para cruzar el barranco y poder seguir con la ascensión.
Desde el aparcamiento vimos la posibilidad de acercarnos a uno de los deslizamientos de nieve y a Elia no le pareció mal, aunque comentaba que nunca había visto un alud de cerca. No se que idea tendría de aquello, pero durante un buen rato solo preguntaba que si a lo largo del día íbamos a hacer "vueltas maría". Solo hubo que esperar al cambio de pendiente para darse cuenta de que iban a ser imprescindibles para llegar a nuestro objetivo.
Tan concentrada estaba en sus "vueltas maría" que cuando menos se lo esperaba nos plantamos en la base del pequeño alud. "¡Ya hemos llegado!", "¡si parecía que estaba tan lejos!", "¡que grande es, si hay bolas tan grandes como yo!", comentaba a gritos sorprendida.
Le propuse cruzar por encima de él, y de nuevo sorprendida, aceptó con ganas. "¡Que raro se avanza!", decía.
Un repunte con un poco más de pendiente donde en las "vueltas maría" había que asegurar bien los cantos, nos permitió observar unas vistas espectaculares de los picos que ya conoce del verano. "¿Cuando sea como tu podré ir con esquís a Petrachema y al Mallo?", preguntaba. Yo le decía que si le seguía gustando no tendría que esperar tantos años, lo que le hizo ponerse muy contenta.
Después de quitar las pieles y ajustar las botas iniciamos el descenso. Tras una salida empinada y soltarse en los dos primeros giros, la bajada hasta el Refugio de Linza fue de lo más disfrutona con una nieve ideal que permitía esquiar a placer.
Un poco de juego entre los pinos completaron una buena esquiada, justo cuando el cielo se empezaba a nublar de nuevo. Cambiarnos, recoger todo y una visita al Refugio de Linza completaron un buen estreno de temporada de esquí de travesía para Elia, disfrutando como siempre en el monte, en cualquier época del año y todo en la puerta de casa, ¡que gozada!.