miércoles, 28 de enero de 2015

Esquí de travesía en Ansó. Chipeta Alto-Estriviella-Mazandú

El lunes pasado, tras un fin de semana ventoso y ajetreado en Ansó, nos fuimos con Pablo a ver que panorama nos había dejado el viento por la zona. Tres pequeños aludes dieron sustos en distintas partes del Pirineo el domingo. Conscientes de los riesgos en el Pirineo, incluida nuestra zona, con la placa desprendida en la foya Manaté (Linza), nos decidimos por ir a una zona segura.




Partimos de Zuriza con la intención de subir a Chipeta Alto. Pablo estrenaba los esquís y las botas, ...y la temporada, esto hizo que pasáramos la pista de Tachera casi sin darnos cuenta.




Conforme avanzábamos, íbamos viendo las consecuencias del viento endiablado del fin de semana y más concretamente del domingo.




Trampeando la situación por lenguas de nieve, ascendímos a la parte alta del cerro que nos llevaría a la punta de Chipeta Alto. En esta zona las cosas cambiaron por completo y las acumulaciones de nieve daban otro aspecto al paisaje, totalmente diferente.




El cielo se nublaba a ratos, yo intentaba aprovechar algún momento de luz para echar fotos, pero Pablo no estaba para poses. Su nuevo equipo ligero lo lanzaba hacia arriba sin pérdida de tiempo. Algún rato yo creía que no lo iba a pillar y pensaba en alguna estrategia para hacerle parar y echarle alguna foto. Una de ellas era tratarle como a un sarrio, de tal forma que cuando me interesase, le pegaría un silbido fuerte, con la esperanza de que se detuviera y así disparar (la cámara) y a la vez, igual con suerte, le ganaba unos metros si estaba hábil recogiendo la cámara. Una de las mayores dificultades para hacer esto era guardar aire para pegar el silbido. 



Al final tuve suerte y él solo me esperó, sin necesidad de utilizar las estrategias pensadas, y subimos los dos juntos charlando de las sensaciones del nuevo equipo hasta la punta de Chipeta Alto.




Perdimos poco tiempo arriba ya que, aunque el aire no era como el día anterior, el frio no invitaba a estar mucho rato allí. La bajada la hicimos rápida por nieve prensada que dejaba disfrutar sin muchos cambios. 
Decidimos acercarnos a Estriviella, para ello primero tuvimos que quitar esquís y luego poner focas.




La bajada de Mazandú no fue para echar cohetes, más bien se convirtió en una bajada de supervivencia. Encontramos placas duras, blandas, nieve dura, costra, ... en fin, entretenido.




Para salvar el desnivel desde el barranco de Mazandú hasta el collado donde termina la pista decidimos volver a poner las pieles. La bajada hasta Tachera también fue curiosa. En la parte alta seguimos la pista por encontrarse el terreno algo pelado por el viento y desde la paridera de abajo fuimos alcorzando por el bosque donde una costra contundente no facilitaba los giros. Conforme fuimos bajando, la costra era menos dura lo que nos permitió alguna que otra alegría. 



El ambiente fresco, con los cielos cada vez más nublados y una huella compactada y dura, facilitaron la bajada por la pista llana de Tachera hasta el coche. Un buen día y en buenas condiciones de seguridad por las suaves pendientes de la zona nos permitió disfrutar de otra buena vuelta por el monte,... "¡toma!".





sábado, 24 de enero de 2015

Circular con esquís por Zuriza, Ansó. Pinaré-Cubilar de Quimboa Bajo

Por fin se puede disfrutar con esquís por la cabecera de nuestro valle. Ayer, viendo que había salido el sol, me subí a Zuriza para ver si el viento previsto me permitía hacer algo por la zona. Ya había ganas de estrenar la temporada y el equipo.




El aspecto de Zuriza ya corresponde al tiempo en el que estamos y la cantidad de nieve es considerable. Fui a buscar el camino de subida al Cubilar de Pinaré siguiendo una huella que se dirigía a los depósitos de agua del Camping Zuriza. A partir de ese punto entraba "a la brava" por el pinar hasta enlazar con el camino.




Al salir del bosque y llegar al Cubilar de Pinaré distinguí tres siluetas. Una resolvía mis sospechas de quién podía entrar así al bosque para enlazar con el camino: se trataba del mismísimo Castán. Las otras dos eran desconocidas para mí.




Al llegar a su altura conocí a Olatz y Txema, amigos de Castán y con los que compartí bien a gusto parte de la mañana. Castán, como solo había ido a dar una vuelta por los depósitos decidió darse la vuelta en las primeras pendientes de Pinaré. Claro, no llevaba mochila, ni guantes, ni ....




Txema, Olatz y yo decidimos continuar mientras el viento nos respetase. A pesar de que éste ya había trabajado dejando curiosas texturas en la nieve, por el momento, y contra todo pronóstico, no nos molestaba demasiado y el día resultaba espectacular.




Al llegar al conocido como "Campo de aviación", ya dando vista a la punta de Quimboa Bajo las cosas cambiaron radicalmente. El viento soplaba fuerte y la cima parecía una pista de despegue para la nieve. 




Mientras Olatz y Txema optaban valientemente por continuar hasta la punta, yo cobardemente decidí quitarme las pieles a resguardo e iniciar la bajada hacia el Cubilar de Quimboa.




Ya había comentado con la pareja que si no veía clara la bajada me daría la vuelta y bajaría por donde habíamos subido los tres. Pero pese a tener que ir buscando los tramos más seguros para bajar, y con mucho cuidado, pude salvar los escalones más delicados para llegar a zona segura en el Cubilar de Quimboa Bajo.




Más contento que unas castañuelas me enfrenté al barranco por donde había que inventarse la bajada y disfrutar del tramo desbrozado este verano pasado para que más de tres mil ovejas pudieran bajar sin problemas. Las ovejas bajaron y subieron muy cómodamente por ese trozo y yo también bajé bien a gusto por el mismo sitio.



En busca del barranco para llegar a Tachera algún que otro raspazo en los esquís nuevos me hicieron protestar un poco. Pero teniendo en cuenta que la única forma de no rayarlos es dejarlos en casa, rápidamente me volví a centrar en lo que estaba disfrutando.



La habitual "calzoncillada" por la pista de Tachera hasta el coche puso fin a una muy buena toma de contacto con la nieve y los esquís. Una cerveza en el Camping y el reencuentro con Olatz y Txema redondearon una muy buena jornada.