El rumbo no estaba del todo decidido pero nos dirigíamos en principio hacia las Ferrerías, desde allí las opciones eran los collados de Petraficha o Anzotiello, y después ya veríamos.
Conforme íbamos subiendo, las puntas se iban cerrando cada vez más y empezaba a escaparse alguna gota de agua pero sin importancia, no había que hacer caso, hasta el mediodía no llegaba el frente. Quedaba tiempo.
Mientras Pablo y Alberto no cedían y pasaban de ponerse la chaqueta yo decidí ponérmela ya que la lluvia, aunque poca, no paraba.
Cuando la cosa pasó de considerarse de poca importancia a ver que Pablo se paraba y se ponía la chaqueta, el empapón ya lo llevábamos todos menos Jaime que, convaleciente, se había dado la vuelta un poco antes.
Lo de Pablo fue visto y no visto, ponerse la chaqueta, quitar pieles y desaparecer hacia abajo por donde habíamos subido. Mientras, José Antonio, Alberto y yo cruzamos en diagonal para buscar una bajada directa que nos permitiera disfrutar aunque fuéramos empapados. Una pequeña remontada en diagonal, donde no hacían falta ni pieles para avanzar, nos dejó a la vista el recorrido a realizar.
Evidentemente las condiciones no eran las mejores y la calidad de la nieve distaba mucho de la del día anterior. Pero el descenso no estuvo mal, unos 500 metros de desnivel y de bajada directa hasta el río. Nos encontramos con Pablo que nos esperaba en la caseta del Sabucar y desde allí bajamos todos juntos hasta el coche, que Jaime se había encargado de tenerlo bien caliente. ¡Todo controlado!. En Oza paramos a quitarnos las botas y a cambiarnos ya que en Guarrinza la lluvia seguía siendo intensa.
No fue un buen día meteorológicamente hablando, pero si que permitió encontrar una bajada con muy buena pinta para repetir con otras condiciones.