lunes, 15 de mayo de 2017

Selva de Oza-Aguatuerta en BTT

El sábado pasado teníamos previsto irnos a Benasque con Pablo para apurar la temporada de esquí. Unos cambios de última hora impidieron que pudiéramos trasladarnos esa tarde a la Ribagorza. En la comida, Elena me comentó que se iba a ir a dar un paseo con Pilar a Aguatuerta. Ante la situación, me apunté al paseo, pero decidí llevarme la bici y subir desde Oza con ella.




Al llegar a Oza y descargar la bici del coche, vimos las avanzadas obras del Camping de Oza que se prevé que abra este verano. Elena y Pilar continuaron con el coche y yo me dediqué a disfrutar de la tarde.




El tramo entre Oza y la Cantalera resulta alucinante, da igual pasear en bici o andando. El río se combina a la perfección con el bosque y más ahora que la primavera ofrece verdes espectaculares.




Después, la pista de Guarrinza cruza longitudinalmente el valle en suave ascenso. Da la oportunidad de ver de todo. Desde vistas chulísimas de los picos que hay alrededor, hasta barrancos con abundante agua fresca que viene desde las alturas donde la nieve se va yendo poco a poco.




También las marmotas se prestan a disfrutar del sol y las suaves temperaturas primaverales. 




Pueden verse también los restos de los antiguos "muideros", donde se ordeñaban ("muían") las ovejas para hacer quesos en el monte. Lástima que esas costumbres estén perdidas, ya que no nos permiten degustar sabores tan buenos como los que proporcionaban.




Las espectaculares cascadas son la antesala de lo hay por encima, el espectacular valle de Aguatuerta. Un claro ejemplo de resto glaciar con perfil en forma de U y fondo plano, como dicen en los libros. Una simple foto del valle en los libros de texto aclararía muchas dudas, si surgiesen, a la hora de interpretar un valle de este tipo.




El dolmen de Aguatuerta forma parte del paisaje de este lugar mágico. También los prehistóricos apreciaban algo en él, tanto como para elegirlo como descanso eterno de alguno de ellos. 




El río es parte activa y viva del valle. No para de morder y depositar, continuamente, creando meandros en su suave discurrir. Sencillamente espectacular.




Entre tantas y tantas cosas, aparecieron Pilar y Elena que volvían de su paseo. Yo me pedí bajar hasta Oza con la bici y allí esperar a que me recogieran para volver a Ansó.



Una tarde primaveral de lo más entretenida y disfrutando de todo lo que tenemos alrededor, de la manera más agradable posible para la vista y los sentidos, que hicieron olvidar el frustrado viaje a Benasque.