El pasado 15 de Agosto iniciamos con Elia la "Senda de Camille" desde Lizara. Elia soñaba desde hacía tiempo con hacer la senda. No se había podido hacer antes por unas cosas o por otras, pero esta vez y pese a la dichosa pandemia, arrancamos con muchas ganas.
Iniciamos el recorrido desde Lizara, todo condicionado por los únicos huecos que había para pernoctar en Arlet, que por sus dimensiones, no era fácil elegir fecha.
El domingo 15 era el último día de la ola de calor más potente del verano, por eso salimos temprano, intentando evitar en lo posible el mayor esfuerzo con calor.
En el valle de Aspe ya se dejaba notar el cambio de tiempo previsto y eso ayudó a llevar mejor el previsto calor.
Disfrutamos de guindas de la senda como la Paúl de Bernera, el Ibón Viejo, el Valle de los Sarrios, Estanés o la Golochera de Esper.
Al día siguiente, el lunes 16, amaneció con la habitual "boira" en Somport. El cambio de tiempo anunciado había llegado y el ambiente fresco se agradecía y ayudaba en la marcha. El paso entre la niebla por el bosque de Sansanet y el queso de Jean Louis que nos comimos en la Espelunguera resultaron de lo mejor para pasar la mañana.
La llegada a Arlet entre niebla, dio paso a una tarde fresca-fría que hizo que nos acostásemos pronto y durmiéramos bastantes horas tras una, también, temprana cena.
El martes día 17, partimos hacia Lescún acompañados de Javi, Germán, Bakarne y Edu . Ya habíamos coincidido con ellos cenando en Lizara y tras la tarde entretenida que pasamos el día anterior, arrancamos juntos en la etapa.
Un par de horas duras que nos pusieron a prueba y donde tuvimos que aguantar el frío, el agua y el viento, dieron paso a un descenso más tranquilo hasta Lescún tras pasar la Collada del Palo.
El miércoles 18 pasábamos el ecuador de la senda en una etapa dura pero que Elia ya conocía y había realizado. La compañía, la mejoría del tiempo y que Elia ya no notaba las molestias en los hombros del peso de la mochila, hicieron que el día pasase de la mejor de las maneras.
La salida de la niebla de camino a la Collada de Petrachema, las vistas de las Agujas de Ansabere y lo entretenido de la compañía, que se mantenía desde el día anterior, pusieron la guinda a la etapa en dirección al Refugio de Linza.
Una comida de despedida en el Refugio de Linza con los que habían sido unos muy buenos acompañantes pusieron fin a la cuarta etapa.
La etapa Linza-Oza del jueves 19 era una etapa más suave. Gran parte del recorrido también era conocido por Elia y se presentaba como mucho mas llevadera en cuanto a lo físico. La realidad es que ya estábamos hechos al esfuerzo diario y daba igual lo que nos tocara, pero algo más tranquilo nunca viene mal.
En la Collada de Anzotiello coincidimos con una familia bien maja, Aimar, Leire y los pequeños Lur y Manex. Ellos tambien habían empezado la senda desde Lizara y ya nos íbamos viendo cada día. Desde allí completamos juntos la etapa llegando a Oza con tiempo para comer y disfrutar de una tarde en las tirolinas del
"Bosque de Oza".
Lur y Manex sorprendían a todos por su desparpajo y su caminar. Niños entretenidos y divertidos que en ningún momento pensaban en no pasarlo bien. ¡Una maravilla!.
El viernes 20 partimos de Oza hacia Gabardito. De nuevo, la buena compañía y el paisaje hicieron que la etapa fuera de lo más entretenida y agradable. Un bonito día donde los colores y el entorno del Castillo de Acher, la Costatiza y la Foya de Secús fueron la guinda de la etapa.
Un atardecer bien majo en Gabardito nos entretuvo a todos. Elia estaba encantada con sus nuevos amigos y las carreras alrededor del refugio fueron la pauta de la tarde.
El sábado 21 terminábamos todos la senda, pero la intención de la familia de subir al Bisaurín para completar la etapa no coincidía con la nuestra. Nosotros habíamos decidido no subir y comer juntos para celebrar el final de la Senda de Camille. Así, por la mañana nos hicimos una foto de grupo y partimos con ritmos diferentes para completar la etapa.
Llegamos muy pronto a Lizara, de forma que al poco de pasar las 11 de la mañana ya teníamos la camiseta de la Senda de Camille puesta y todos los sellos colocados en la tarjeta.
La ilusión de completar la travesía, junto con la experiencia de compartir etapas con gente agradable fue de lo mas gratificante. El monte tiene estas cosas. Supimos que la familia completó la ascensión al Bisaurín y también mantenemos contacto con el resto de "camileros". Toda una experiencia para recordar y disfrutar.