jueves, 21 de noviembre de 2019

Circular con raquetas de nieve en Ansó. Fuente Alta-Trestallo

El domingo pasado 17 de noviembre, después de la nevada del día anterior, nos fuimos con Elia a dar una vuelta con las raquetas de nieve.




Salimos con las "zatas" (así es como llamamos en Ansó a las raquetas de nieve) puestas desde la puerta de casa sin necesidad de coger el coche para ir a buscar la nieve.




Nos dirigimos hacia el camino de la Fuente Alta y aunque estaba bastante nublado, la temperatura era bastante suave.




El monte estaba espectacular, y la nieve que se había agarrado a los pinos iba cayendo de repente, creando la incertidumbre de a ver a quién le caía encima. En el tramo de subida hasta el Campo Melera, los dos libramos y eso que llevábamos casi todos los boletos.




En los tramos llanos antes de la Collada Minerva, Elia disfrutaba abriendo huella. Yo le recriminaba que en el tramo de ascenso no hubiese querido echar un relevo para hacerlo, pero con la respuesta habitual en estos casos de "jo, es que tú eres más mayor", parece que se solucionaba todo.




Al retornar hacia casa por O Trestallo veíamos los abetos de Minerva y del Paco Cimocha, y Elia aprendió a diferenciarlos de los pinos desde lejos sin ver la acícula, tan solo por su porte y color.




La previsión del tiempo era de lluvia hacia el mediodía, y por la pinta que tenía no se iba a equivocar. Pero por el momento nos dejaba disfrutar de la mañana. 




Poco antes de llegar a casa tuvimos que echar mano de los chubasqueros. Además a Elia le cazó un par de veces la nieve que se escurría de los pinos. Le daba rabia que a mi no me hubiese caído, pero le dije que seguramente sería por no haber ayudado en la huella de subida y querer romper siempre la nieve en llano o bajada. No le convenció y dijo que no era justo que a ella le hubiese caído dos veces y a mí ninguna.


Al llegar a casa se lo contó a su madre y parece que con eso se solucionó todo. Los tres, después de una buena ducha, nos fuimos a tomar un buen vermú para completar una mañana redonda donde disfrutamos de la nieve y del monte desde la puerta de casa.






viernes, 15 de noviembre de 2019

Estreno de temporada de esquí travesía. Collado de Linza, Ansó

El pasado sábado 9 de noviembre dimos por iniciada la temporada de esquí de travesía. En vista de las nevadas consecutivas desde el jueves, quedamos Pablo, Aro y yo para dar una vuelta.




Por la mañana supimos que la noche anterior el Puerto de Belagua estaba cerrado, así que decidimos subir a Linza. En el aparcamiento nos encontramos con David, que aunque tenía otras faenas, decidió acompañarnos un ratillo.




Aunque la nieve caída el viernes se había apelmazado y humedecido, salimos desde el aparcamiento con cantidad más que suficiente para un buen arranque de temporada.




La temperatura era bastante suave y lo único que faltaba era que terminara de despejar, ya que durante algún momento al principio de la mañana parecía que quería hacerlo y en eso basábamos nuestra esperanza.




Al llegar a la Foya de Petrachema, no solo no despejó sino que la niebla hizo acto de presencia. Allí David se despidió de nosotros y volvió a sus faenas. Nosotros decidimos seguir un poco más con la misma esperanza del principio.




Aun conociendo el camino, mientras teníamos referencias la cosa iba bastante bien, salvo por las sorpresas de ir cruzando montículos que no se apreciaban hasta que no los notabas.




Cuando las referencias desaparecieron, hubo que tirar de tecnología para confirmar que estábamos donde pensábamos que estábamos. Es una sensación similar a cuando te pones en una habitación a oscuras, aunque sea de tu casa, pero sospechas que alguien ha podido cambiar los muebles de lugar, así, en algún momento íbamos palpando con los bastones, en según que sitios, para localizar alguna posible cornisa ...o lo que fuera.




Confirmamos la llegada al Collado de Linza por el poste que allí hay. Decidimos quitar las pieles e iniciar el descenso, no sin antes comentar, como cada año, lo típico de: "¡anda que si se nos hubiera olvidado esquiar!".




Para lo que pensábamos aún tuvimos suerte, la nieve se dejaba esquiar pese al apelmazamiento comentado al principio, y la niebla, aunque sin abandonarnos del todo, permitía observar alguna que otra referencia y algo de relieve. 






Esto, junto a que no se nos había olvidado esquiar, resultó un cóctel perfecto para poder disfrutar de la primera bajada de la temporada.




Justo cuando nos estábamos cambiando en el coche, empezó a chispear, con lo que nos sentimos todavía mejor, ya que confirmamos que acertamos con la decisión de darnos la vuelta en el Collado de Linza. Un trago en el Refugio de Linza completó la primera jornada de una temporada que parece prometedora,....¡ya se verá!