El Barranco Terné es como lo conocemos en Ansó. La cabecera de su cuenca pertenece a su término municipal, pero en los mapas que he mirado aparece como Barranco de Sarva o en su parte alta Barranco de Sola y aunque en ninguno he encontrado el nombre de Terné yo prefiero nombrarlo así, porque así es como lo he conocido siempre.
El recorrido remonta por el cerro que separa los barrancos de Terné y Fago, arranca por el Corral de la Corona y sigue avanzando por el Corral de Puig Moros. El ascenso, que en principio me había dado la impresión de ser algo duro, se hace muy cómodamente y permite ver como Majones se va quedando abajo con su perla románica bien maja.
Después de la remontada, el avance por el cerro se hace entretenido viendo bordas y parideras. También se observa la pista por el fondo del barranco y la brecha marcada en el monte por la Foz d´a Rata, cerrada por la Cueva Cucos, así como el tramo de camino recién recuperado que va desde la citada cueva hasta la Loma Chandomen y que en su trayecto comunicaba Fago con Biniés.
Después de lo placentero del cerro, la bajada hasta el Barranco Terné es directa, con buena pendiente y donde antes de llegar al fondo del barranco aún da para disfrutar de las vistas de la Punta Altiva y las Cuevas Palomar y Altiva.
Lo lógico para estas fechas es llevar algo de ropa para enfrentar el descenso por el profundo y frío barranco, pero el buen tiempo reinante permitía no tener que hacerlo.
La salida de la umbría permitía ver de nuevo la extensión de la Canal de Berdún y disfrutar del sol del recién estrenado noviembre.
El enlace con el tramo de ida, antes de la remontada por el cerro, ponía rápidamente fin a la circular del todo recomendable. La única pega que se me ocurre es que se hace algo corta.
Al ver que el día era tan bueno, y estando en una zona con un montón de posibilidades se me ocurrió dar otro pequeño paseo y acercarme a visitar el abandonado pueblo de Huértalo para completar la mañana.
Tras recorrer un pequeño tramo de carretera en dirección a Villareal de la Canal cogí el desvío para ir a Huértalo. En ese punto, me dí cuenta de que han balizado un recorrido ( Ruta nº 15) para BTT hasta dicho lugar y decidí seguir la señalización en lugar de ir de forma directa al objetivo.
Las señales me iban llevando hacia la pista que baja de la Sierra de Fórcala y yo confiaba en que hubieran habilitado algún tramo para llegar a Huértalo antes de la fuerte remontada ya conocida que hay hacia la citada sierra.
Para nada me apetecía sufrir en esos tramos duros de subida, y buen chasco me llevé cuando vi que el trazado de la ruta me llevaba por allí. Después de un amago de darme la vuelta y de comprobar que no podía pasar entre los campos, hasta por dos sitios diferentes, afronté la remontada que para nada esperaba hacer y completar así la ruta.
Una bajada nada fácil, e incómoda además, por la cantidad de piedras en el paso, me llevó hasta el mismo pueblo de Huértalo. Las labores de limpieza de los tramos parece que hayan sido para salir del paso y el resultado es el que es.
En Huértalo perdí un buen rato. Aproveché para echar un bocado y para alparcear por algún tramo de calles llenos de zarzas. Casas caídas, ruinas, ventanas y puertas de piedra alucinantes, la iglesia que es de lo mejor conservado y sensaciones raras cuando te asomas a los patios de las casas me hicieron disfrutar de la visita.
La vuelta la realicé siguiendo la señalización completando así otra circular. En realidad yo llevaba la idea de acercarme a Huértalo paseando por ese tramo y no dar la vuelta que di. El día permitía todo y saber como van las rutas marcadas tampoco me va mal para tener información sobre ellas.
Al final completé un día de lo más provechoso, sin haberlo preparado, en la visita a la zona. Dos paseos diferentes para disfrutar de lo lindo por allí.