domingo, 30 de junio de 2024

Garmo Negro con esquís. Balneario de Panticosa

 El pasado 17 de febrero, y aprovechando que volvía a nevar en altura, nos fuimos con Pablo y Aro a probar la nieve reciente por el entorno del Balneario de Panticosa.




El día salió espectacular y por el camino, antes del desvío a Panticosa, una caravana de coches que subía hacia Formigal nos asustó un poco, ya que el atasco era de los de estar parados y avanzar muy poco a poco. Pensábamos que nos iba a retrasar un montón, pero hacia el Balneario la cosa cambió y subimos sin problemas.




Nos costó aparcar en el Balneario, parecía que todos habíamos elegido el mismo sitio para probar la nieve que había caído recientemente. Porteamos hasta la Mallata Alta ya que en la baja, aunque estaba blanca, no nos daba para calzar los esquís.




Yo quería probarme ya que desde el 12 de enero, y tras un pequeño percance en el que me rompí el sacro esquiando, no me había vuelto a calzar los esquís.




El ritmo que nos puso Aro, como siempre, me permitió subir con comodidad, y en muy poco mas de dos horas y media nos plantamos en la cima del Garmo Negro. Teníamos un día espectacular, nieve abundante para la temporada que llevábamos y habíamos subido por una huella muy bien trazada. Solo nos faltaba disfrutar de una buena bajada.
 




Después de posar para que nos echaran unas fotos, iniciamos el descenso. La nieve no estaba para echar cohetes, pero a mí me supo a gloria después del invierno que llevábamos y de lo bien que había respondido mi trasero.




De nuevo en la Mallata Alta descalzamos los esquís, no sin apurar al máximo la nieve. Lo de las piedras no me hacía mucha gracia, ya que tenía muy reciente el percance, provocado precisamente por uno de estos tiburones, así que iba detrás de esta pareja vigilando cualquier enganchón que ellos tuvieran para salvar la piedra como pudiera. 

Al final, un día de disfrute por el monte, retomando la actividad invernal que más me gusta y comprobando mi casi total recuperación. ¡Una gozada!





martes, 28 de mayo de 2024

Pasarelas de Montfalcó y Congosto de Montrebei

 Aprovechando la estancia por el Noguera Ribagorzana el día 7 de febrero me acerqué hasta Montfalcó. El día era bueno, pero la mañana correspondía, en cuanto a temperatura, a las fechas en las que estaba.




Desde Montfalcó, el Congosto de Montrebei se veía encerrado en la niebla. Tenía todo el día por delante para que aquello mejorara ya que de otra manera, en aquel estrecho, el frío de la niebla imponía respeto.




Poco antes de llegar a las pasarelas ya escuchaba el rugir del río Noguera Ribagorzana. Pese a que sabía que el embalse estaba bajo, no esperaba que fuera a observar el río en ese estado, casi natural. Me encantó ver el río así e incluso me impresionó más que las pasarelas. 




Las pasarelas llaman la atención y permiten salvar las paredes verticales en un disparatado "camino natural".



En un descenso poco natural en busca del desfiladero del Seguer, cruzamos a la orilla izquierda del Noguera Ribagorzana para entrar en Cataluña en la provincia de Lleida. Inundado por el embalse, desde las pasarelas y con el nivel de agua tan bajo se deja ver y se observa la infraestructura con la que contaba el antiguo camino.




La niebla iba retirándose poco a poco en un día espectacular que permitía disfrutar de un territorio frontera a través de un río precioso.




El camino excavado en la roca y que sustituye al antiguo que queda inundado más abajo (cuando el embalse esta en otras condiciones) es espectacular. No se cual será la sensación cuando el nivel del agua suba...habrá que volver para comprobarlo.




Crucé el puente colgante de Montrebei (creo que se llamaba así) y allí decidí darme la vuelta. Observaba como el río comía los sedimentos que sin el embalse nunca hubieran estado allí y me daba cuenta de las afecciones antinaturales que produce sobre un río la instalación de una presa en su cauce.




Pensando y disfrutando del día, del río, del congosto, de las escaleras, del paisaje,...al llegar a Montfalcó me acerqué hasta la Ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio. Pensaba que después del día que llevaba ya no iba a tener sorpresas. La ermita, en buen estado tras su restauración, me encantó. De construcción tosca, está situada sobre un risco y su construcción también se adapta a él. Con mucha más luz de lo que podía esperar, resulta simplemente espectacular. Muy recomendable su visita.




Una visita a Roda de Isábena al anochecer completó un día en el se sucedieron las buenas sorpresas hasta última hora. 







lunes, 20 de mayo de 2024

Dents de Finestres

 El pasado 6 de febrero decidí acercarme hasta la zona del Noguera Ribagorzana. La idea era conocer las pasarelas de Montfalcó pero la primera tractorada del año me pilló de lleno en el viaje y sobre la marcha tuve que cambiar de planes.




Decidí dirigirme hacia Finestres esquivando la tractorada y sin saber si podría llegar hasta el pueblo por la pista. Pasado el mediodía, llegué hasta el mismo pueblo con el coche y lo primero que hice fue ponerme a comer de buena gana ya que había madrugado bastante y no había parado para nada en todo el viaje.




Después de disfrutar de la comida y de la soledad del entorno, decidí realizar la ruta mas habitual de la zona, acercarme hasta la Ermita de San Vicente enclavada en mitad de "Les Roques de la Vila" o "Les Dents de Finestres", impresionante estrato vertical en forma de barrera natural.
 



Si los Dents de Finestres llaman la atención por sus dimensiones, la Ermita de San Vicente lo hace por su ubicación dentro de esa barrera natural y en uno de sus puntos más elevados.




Semiderruida y estrecha, conserva bien el ábside y una de las paredes laterales está formada por la misma roca del estrato.




En el camino de vuelta y aprovechando la baja cota del embalse de Canelles decidí seguir el curso de un pequeño barranco que cruzaba la gran barrera rocosa. Llegué hasta donde pude, a través de lo que en su día fueron pequeños huertos. Y desde donde ya no pude pasar, me impresionaba el nivel que alcanza el agua marcado en la roca muchos metros por encima de mi cabeza.




Volviendo hacia Finestres me acerqué hasta la Ermita de San Marcos, cercana al casco urbano, desde donde a modo de mirador se puede observar el fondo de valle. La baja cota del embalse permite intuir cómo antes de mediados de la década de los años 50 del siglo pasado, que es cuando se inundaron las tierras, las gentes que habitaban la zona vivían de sus mejores y fértiles tierras, ahora anegadas, junto a sus pueblos vecinos y a partir de esa fecha aislados por el agua.



Como en tantos otros lugares del Pirineo a estas gentes no les quedó otra que abandonar sus casas y sus vidas en el entorno... que duros tuvieron que ser esos momentos para aquella gente.


A la vuelta y para aprovechar la corta tarde de invierno me acerqué hasta Estaña. Este lugar acoge unas curiosas lagunas de origen kárstico donde, en buena época, se puede disfrutar de una avifauna típica de humedales. Por su interés para la preservación de la biodiversidad es LIC ( Lugar de Importancia Comunitaria) y también ZEC (Zona de Especial Conservación)