jueves, 13 de abril de 2023

Peña Gratal-Collado de Las Calmas-Arguis

 El pasado 14 de febrero y tras pernoctar en la punta de Gratal amaneció despejado y con viento. Después de casi 12 horas metido en el saco y solo despertarme de vez en cuando por el fuerte viento reinante, casi se me escapa el amanecer.




Me había despertado con tiempo, pero aunque el cielo empezaba a clarear, decidí pasar un rato mas en el saco. Me volví a dormir contra todo pronóstico y, como comentaba, casi amanezco con el sol arriba del todo.



 
Pese al aceleramiento con el que me levanté, aún tuve que esperar un poco hasta que lo vi salir por el horizonte y me dejó disfrutar de un frío e interesante amanecer invernal.




Los primeros rayos hicieron que los buitres salieran en bando para aprovechar las térmicas matutinas. Vuelos espectaculares pasando a pocos metros de mi cabeza completaban todo un espectáculo mañanero.




Lo mismo podía observar la nieve de Collarada en pleno Pirineo, que la nieve en el Moncayo detrás de la Hoya de Huesca, tan solo tenía que girar la cabeza.




Cuando las luces del amanecer ya habían pasado a la normalidad diurna, decidí comenzar el descenso de la actividad que había iniciado el día anterior. No tenía ninguna prisa, así que probé a volver dando un pequeño rodeo.




Me dirigí hasta el Collado de Las Calmas pasando por el Pico Gratal y el Pico de San Julián. Para ello, tras el descenso con cuidado desde la Peña Gratal, busqué el Collado del Mediodía y por la solana y sin nieve, remonté hasta el Pico Gratal para coger un camino que recorre el cordal con muy buenas vistas hasta el Collado de Las Calmas y de nuevo con nieve continua.




Desde el camino pude localizar los pozos de nieve que se encuentran en el camino que desciende hacia Nueno. Esto me animó a interesarme por los pozos de nieve de Las Calmas. Para ello tenía que coger una pista forestal y dar bastante más vuelta que si hubiese bajado directo por el camino, pero como no tenía prisa decidí dar el rodeo.




Pese al alargamiento de camino en el descenso, la decisión fue acertada, los pozos de nieve merecen la pena. Además de estar señalizados, existen carteles explicativos de su historia y funcionamiento. Lo que los convierte en mucho más interesantes. ¡Que bueno es dar valor a nuestro patrimonio!




La extensión en el descenso hizo que justo llegase a la hora de comer a  Arguis. En el coche había dejado el día anterior algo de comida que me supo a gloria.


Comer al sol de invierno, a resguardo del aire y con buena gana, no tiene precio. Una excursión muy recomendable e interesante y de la que tomo nota para repetir el invierno que viene.