Salvados los primeros tramos soleados pronto nos vimos acogidos por las frescas sombras del paco. En los tramos donde había claros en el bosque las hierbas altas hacían que Martín no se encontrara cómodo. Es lógico, justo les llegan a la nariz y los ojos y solo hay que probar a agacharse un poco para darse cuenta de que sus protestas resultaban bastante lógicas.
Pasados estos tramos y quitándonos alguna incómoda piedra de los pies todo fue sobre ruedas por los caminos de uno de los muchos bosques de los que podemos presumir por este valle. Lástima que no se encuentren señalizados, y sin mucha voluntad de hacerlo, ya que eso contribuiría a un fácil y sencillo mantenimiento.
Descartamos la opción de dar la vuelta por la parte sur del paco ya que, además de más larga, la exposición al sol era mayor y el día era realmente caluroso, así que decidimos aprovechar las sombras y disfrutar del paseo.
Cada uno disfrutaba a su manera, pero los que desbordaban imaginación eran Martín y Elia. Tan pronto un palo se convertía en una guitarra, como encontraban lapiceros de los hombres prehistóricos que lógicamente había que llevar a casa, en la mochila de papá claro.
Pese a que el calor seguía, las sombras y los caminos alucinantes daban para carreras y emboscadas. No solo eso sino que de repente Elia y Martín encontraron unos "palos mágicos" que, en ausencia de la señalización comentada del camino, nos iban indicando el recorrido por dentro del bosque, marcándonos los giros con movimientos específicos, ¡que suerte!.
Entretenido paseo, junto al pueblo e ideal para días calurosos como los pasados, donde la naturaleza permite disfrutar a todos sin excepción. Un buen trago de agua en Barcarea puso fin a la excursión.
Para los que no sepan manejar los "palos mágicos" indicadores del camino en el siguiente enlace os dejamos el track para que podáis disfrutar de este itinerario.