La humedad reinante y las brumas creaban un ambiente encantado sobre todo por el bosque.
El objetivo de la mañana era una puntual colaboración con el IPE (Instituto Pirenaico de Ecología) de Jaca que el sábado pospuse por la previsión de tormentas.
Acabada la faena, decidí continuar camino del Collado de Petrachema, con la ilusión de que la niebla me permitiera acercarme a alguna de las cimas cercanas al collado. Igual me daba Petrachema que Sobarcal. Así que recogí los bártulos y me puse rumbo a Francia.
La niebla estaba agarrada en la linea fronteriza y a ratos permitía ver la punta del Sobarcal, no así Petrachema. Pero como la temperatura era de lo más agradable para caminar y la ilusión dicen que es lo último que se pierde, continué disfrutando de todo lo que veía alrededor y eso que a ratos era bien poco. Había que entretenerse con cosas bien cercanas como las curiosas piñas del pino negro.
De cara al collado, de vez en cuando y entre la niebla aparecían siluetas de los numerosos montañeros que hacían la "Senda de Camille" y todos se lamentaban de no haber disfrutado de las vistas de las agujas de Ansabere. Pese a todo venían contentos de la preciosa ruta que estaban realizando.
En el collado vi claro que no iba a despejar, así que me tuve que conformar con ver de cerca el mojón fronterizo y dejar para otro rato la idea de subir al Sobarcal o a Petrachema. Decidí volver por el camino de la escalerilla y así completar una circular entretenida. Pese a costarme localizar las balizas en las pruebas de orientación, acerté entre la niebla y el paisaje lunar provocado por el karst a tomar el camino que había pensado.
Poco a poco y al alejarme del límite con Francia la luz y el color volvían a darle otro aire al monte.
El poco transitado camino de la Escalerilla permite ver la ruta realizada en el ascenso y disfrutar tanto de la flora como de la fauna, al sorprender con facilidad a cantidad de sarrios y marmotas que no se esperan la visita de nadie por allí.
Casi sin darme cuenta me planté en la Foya de Petrachema, desde donde eché un último vistazo a la zona por donde había pasado la mañana y tirando de zoom, observar el expuesto paso invernal de la Escalerilla, que en el buen tiempo no tiene ninguna dificultad.
Una buena cerveza en el Refugio de Linza antes de bajar a comer a casa terminó con una agradable jornada de disfrute por el monte.