El miércoles pasado decidí probar la bici nueva. Ya le ha llegado la hora de la retirada para estas aventuras a la bautizada por Pablo como la "arcaica".
Entre el trabajo, la lluvia, las huertas y los usones no hay demasiado tiempo para la actividad, pero ya no aguantaba más y no podía pasar un día más sin probar la bicicleta nueva. Tampoco disponía de mucho tiempo ya que tenía que ir a buscar a Elia a Fago al final de la tarde, así que decidí dar una pequeña vuelta para quitar el gusanillo.Salí desde casa y tomé la carretera en dirección a Zuriza. El río Veral, como corresponde al mes en el que estamos, bajaba mayenco y el tramo de carretera que hay hasta coger la pista de Picoya, poco antes de la Borda Nadal, se hacía entretenido al ir echándole miradas continuamente.
Rápidamente cojo altura, esto es debido a que las rampas más duras de la pista están al principo. Esto da pie a observar unas muy buenas vistas del valle con la Peña Ezcaurri al fondo, y las ovejas pastando en los mejores campos de San Tomés.
Rápido llego a la barrera que indica la limitación para circular con vehículos sin autorización por la pista, y pasados unos 150 metros aproximadamente, tomo el desvío por la pista de Socalá, ahora en deshuso.
La pista va en ascenso continuado con una suave pendiente. Paso por un pozo de agua de uso ganadero y después mantengo la compañía de la manguera que lo abastece, durante el trayecto hasta el barranco. La manguera puede dar algún susto, sobre todo si fuéramos bajando, ya que hace derrapar las ruedas de forma inesperada al cruzarla.
La vegetación hace que la pista casi se convierta en camino, lo cual no es desagradable. La manguera, la sigo teniendo de compañera hasta que cruzo el barranco y, una vez pasado éste, me meto en la parte de umbría conocida como Paco Bicharuelo.
En este trozo las dificultades aumentan. A la caída de algún pino, hay que añadir las huellas profundas en el barro, producidas por las numerosas vacas que han pasado por allí. Bien es verdad que si las vacas no hicieran este recorrido nosotros tampoco podríamos pasar, ya que ellas, junto con los ganaderos que desbrozan lo suficiente para que ellas pasen, son los auténticos mantenedores de estos tramos de pista.
El deterioro de la pista viene provocado por una trocha de saca de madera que la cruza, impidiendo el paso para vehículos. Esta extracción maderera se realizó hace menos de diez años. Parece mentira que en estos tiempos pueda pasar algo así. Llama la atención la permisividad en unas acciones y la intransigencia en otras. Mientras se observan beneficios particulares con dinero público en unas trochas, se ven negligencias como esta, en una pista que podría dar muchas y muy buenas soluciones en caso de incendio (hipótesis con un grado considerable de probabilidad) en la zona.
Pasado el corte de la trocha, vuelvo a disfrutar de la suave pendiente de la pista, y del entretenimiento que produce el traqueteo provocado por la irregularidad del barro endurecido en parte. Pronto salgo a la Loma de Chunillas donde los ojos se recrean con las vistas primaverales.
Después de echar un pequeño trago de agua, emprendo la vertiginosa bajada hasta la carretera. Allí me da para probar los frenos y el amortiguador. Todo funciona a la perfección lo que permite un mejor disfrute.
Salgo a la carretera a escasos 500 metros de Ansó, llego a tiempo para ir a buscar a Elia y en una hora he probado la bici nueva y he disfrutado de un buen rato saliendo desde la puerta de casa, ¡que más se puede pedir!...
... ya estoy pensando en volver a probar la bici por algún otro rincón del valle.