viernes, 29 de marzo de 2019

Paseo por Ansó con esquís de travesía. Linza-Foya de los Ingenieros

El domingo pasado, 24 de marzo, nos subimos con Elia a Linza para disfrutar de la nieve y de sus inicios en el esquí de travesía.




Arrancamos por las pistas de esquí de fondo de Linza. Este año la nueva gestión ha permitido disfrutar de las pistas de una manera diferente a la que estábamos acostumbrados en los últimos años. Esta temporada, las pistas están planchadas y atendidas con especial interés en cualquier momento que se acuda al espacio nórdico. Las opciones que ofrece Linza están aprovechadas al máximo de forma continua por el citado interés, y las condiciones de la pista son inmejorables cualquier día que allí se acuda y no solo como en los años anteriores que parecía que solo funcionaba cuando había programada alguna prueba o competición. Incluso para el cursillo de esquí de fondo de la escuela de Ansó, las pistas han estado planchadas desde el primer día. Algo que, aunque parezca extraño, Elia y sus compañeros no conocían desde que empezaron con sus tres añitos hasta este año.




Esperemos que esta situación siga así durante mucho tiempo, ya que el interés citado repercute a todos los niveles en el valle.




Pasada la Foya de los Ingenieros dejamos las pistas pisadas y nos adentramos por el hayedo en busca de la Foya Manaté. El camino de verano poco a poco se va cerrando y este año el paso por él no resulta del todo cómodo, aunque sí resultó entretenido para Elia esquivando ramas en el ascenso.




Al salir del bosque, Elia visualizaba y reconocía los picos que veía. Me comentaba que cuando fuera como yo de mayor también subiría con los esquís a ellos y que ahora se conformaba con subirlos en verano. También preguntaba que cuando utilizaría crampones y piolet, que ya tenía ganas.




Cambiamos de orientación y seguimos ascendiendo buscando la caseta de chapa roja, conocida como "Refugio de Acherito", a la que ya accedió cuando era bastante más pequeña en sus primeras excursiones por el monte.




Con vistas a Maz llegamos a la cota más alta del día, donde tocaba otra de las cosas que le encanta hacer, quitar pieles.




Aunque se le había hecho corta la subida, aquello de empezar a esquiar en bajada, compensaba. Arrancamos con el descenso hacia la caseta y la recordaba bien. El grito que pegó cuando la vio, lo corroboraba. 




Tras una rápida visita, seguimos con el descenso. Llegaba la parte mas divertida de la bajada y como dijo Elia, ¡esto mola!.




La pala, aunque corta, tiene su pendiente. Además, aquello de esquivar pinos y hayas también tiene lo suyo. Y si a todo le añadimos que la nieve estaba en su punto, casi podíamos decir que los esquís bajaban solos.


La bajada, de nuevo por las pistas mimadas y cuidadas al máximo, completaron una vuelta que, aunque corta, dejó un buen sabor de boca y ganas de seguir avanzando en esto del esquí de travesía.












miércoles, 27 de marzo de 2019

Por Linza con raquetas de nieve. Achar del Caballo-Barranco Chinebral. Ansó.

El fin de semana pasado recibí la visita de unos amigos a los que hacía tiempo que no veía. El viernes, mientras cenábamos, barajamos la posibilidad de dar una vuelta con las raquetas. A Javi y a Carlos les apetecía probar esos artilugios.





El sábado por la mañana, sin madrugar mucho para que la nieve estuviera en su punto, nos subimos hasta Linza. Allí teníamos varias posibilidades, o buscar nieve continua por las umbrías o realizar un recorrido circular cambiando de valles asumiendo el porteo en algunas zonas de solana.




Al final asumimos los porteos con el fin de hacer un recorrido más variado, y nos encaminamos hacia el Achar del Caballo.




Después de unos tramos de quita y pon, entramos en una zona de continuidad, alternando vistas y bosque.




El día era como todos últimamente, sol y más sol. Anticiclón eterno durante prácticamente todo el invierno. La protección solar era imprescindible y la crema que les dejé no se si les gustó mucho. La protección es fuerte y la piel termina blanca como al principio, algo que a ellos les sorprendió porque querían volver con algo de color en sus caras. Algunas risas echamos con el tema.




El recorrido previsto nos permitía alargar o alcorzar la excursión según avanzara la mañana, y al llegar a la altura del Paso del Oso, decidimos ir hacia el Barranco del Chinebral y dar la vuelta para llegar al Achar del Caballo por otro lado.




La diferencia en la cantidad de nieve entre las orientaciones sur y las nortes es grande por el anticiclón eterno en que nos encontramos. El rodeo para entrar el Achar del Caballo por su zona sur nos hizo portear las raquetas otro tramo.




Siempre resulta curioso observar como, en el momento que se gira un poco en la orientación, la nieve cobra continuidad.




La vuelta a Linza fue agradable, por la cercanía del Refugio y por las ganas que había de tomar una cerveza. Después de limpiar las raquetas en el barranco, allí que fuimos a reducir la sed.




Completamos el día como debe de ser. Nos apretamos un buen chuletón en la Borda Arracona para recuperar las fuerzas perdidas por el monte, ya que todo lo demás, el buen ambiente, las risas, la diversión, el disfrute, lo mantuvimos sin perderlo en ningún momento.