martes, 27 de marzo de 2018

Prueba popular de Orientación en Unzué

El domingo pasado decidí acercarme a Unzué para participar en una prueba de orientación. Nunca había estado en una prueba de este tipo y ya iba siendo hora de probar.




Las previsiones meteorológicas daban algo de lluvia, y los dos días previos con un catarro monumental hacían que pereceara algo a la hora de acudir a la cita, pero finalmente me animé a ir. La cosa no empezó mal, sin haberlo previsto, allí me encontré con Gabriel "el riojano" llevándonos ambos una buena sorpresa. El había quedado con Gema y los tres nos inscribimos a la prueba.




Nunca había usado la dichosa pinza y todo era una sorpresa, desde su reseteo antes de empezar, su activación y el fichado en cada una de las balizas de la prueba, todo era nuevo para mí.





Una vez activada la pinza y con el mapa en la mano, a por las 22 balizas perdidas en el monte. Todo un reto y cada uno por su lado.




Cierto es que el tiempo no me importaba y lo que quería era localizar todas las balizas, pero algún trote ya eché, animado por la sucesiva localización de cada punto. 


Foto organización

Una escala que nunca había usado (1:7.500) me permitió mantener la brújula siempre en el bolsillo. Iba localizando las balizas de forma rápida con las referencias del mapa, pero había que estar concentrado con la multitud de caminos que allí había. Tanto es así que cuando más confiado iba, al intentar localizar la número 17 me despisté y tuve que reorientarme buscando una buena referencia para, empezando de nuevo, localizarla. Esto me supuso una buena pérdida de tiempo, pero lo que a mí me interesaba lo había conseguido y me quedé contento.

Foto organización

Foto organización

Foto organización

Además el tiempo nos respetó y no llovió, lo que permitió disfrutar de una jornada de lo más entretenida organizada por el Club Deportivo Navarra en su sección de Orientación. Felicidades a la organización por permitirme descubrir este mundillo. 



Un tentempié al final de la prueba permitió recuperar fuerzas para llegar a Ansó con tiempo suficiente para tomar un vermú antes de comer. Un día diferente donde conocí gente nueva, tuve también buenos reencuentros con viejos conocidos y me quedaron ganas de repetir en otra ocasión.








martes, 6 de marzo de 2018

V Jornadas divulgativas sobre nivología. Ansó 2018

El pasado fin de semana celebramos en Ansó, por quinto año consecutivo, las jornadas de nivología, habituales ya en cada mes de marzo.


Como siempre, empezamos el viernes por la tarde con una charla sobre nieve. Este año fue un poco más larga de lo habitual ante las novedades en protocolos y recursos disponibles como la cartografía ATES. Como siempre utilizamos fotos y vídeos para hacerlo más llevadero.



Para la mañana del sábado dejamos la parte práctica, que como es también habitual, la realizamos en el Circuito de Raquetas de Las Eras.




Yo creo que ninguno teníamos claro el tiempo que iba a hacer y si realmente nos iba a dejar realizar todo lo previsto. Pero tras un café matutino en el Bar Zuriza nos pusimos en marcha hacia la cabecera del valle.




Estaba nublado y, pese a las abundantes lluvias de los dos días previos, el circuito estaba en buenas condiciones. La lluvia había dejado su rastro en algunos sitios pero no hizo falta descalzar las raquetas en ningún momento, lo cual merece la pena resaltar.




La subida la íbamos realizando cómodamente y bastante agrupados. El tiempo aguantaba y dejaba seguir con el ascenso y ser optimistas con la marcha de la jornada práctica, aunque yo creo que ninguno teníamos claro que aguantara.




La nieve estaba húmeda, pero la huella estable por el abundante uso del circuito durante la temporada, permitía raquetear como si hubiera pasado una máquina por el circuito.




El nublado y un viento poco agradable no permitió disfrutar de las vistas del cerro como otras veces. No perdimos mucho tiempo y aunque siempre hay cosas que observar, decidimos bajar un poco al resguardo del bosque con el fin de echar un bocado antes de realizar las prácticas de DVA y la habitual cata de nieve.




Ya convertido en una tradición, echamos un brindis con un buen vino, y después todo resultó más llevadero.




Como siempre, mientras unos observábamos las capas de nieve y los diferentes tipos de grano del manto, otros, siguiendo las instrucciones de Pablo, realizaban las búsquedas con DVA. Cada año salen mejor y los tiempos de localización van disminuyendo.




La mañana iba avanzando y el tiempo seguía aguantando, la diversión y la curiosidad completaban una jornada que sin pretender ser formativa, daba sus resultados.




Hasta unas rayadas de sol nos despidieron de la zona, y fuimos a celebrar el fin de las jornadas al Refugio de Linza con una buena cerveza. Unas jornadas entretenidas, con novedades y con un buen ambiente se completaron con una muy buena comida en la Borda Nadal donde Ricardo y Margot nos trataron estupendamente.