lunes, 29 de abril de 2019

Puente de Camín-Loma Chandomén. Antiguo camino de Fago a Biniés

El pasado sábado 27 de abril, teníamos pensado ir a esquiar con Elia. Pese al anticiclón pronosticado y la mañana soleada que teníamos en Ansó, un vistazo a las cámaras web de Arette-La Pierre Saint Martin, nos hizo cambiar de planes, ya que la intención era ir a hacer un poco de travesía por esa zona que aun permite realizar la actividad sin porteos.




Este cambio de planes nos hizo dirigirnos a la Sierra de Fórcala y en concreto a recorrer un buen tramo de uno de sus principales caminos que la atravesaban en su día. Se trata del camino que unía Fago y Biniés.




El ascenso desde el Puente de Camín no deja indiferente a nadie. La frescura de los barrancos permite encontrar combinaciones curiosas en el bosque entre especies muy diferentes como son los abetos y las carrascas. El hueco que se observa que deja la Foz de Fago y el ruido del agua que discurre por ella, también permite intuir que lo que allí abajo se encuentre, además de tener un no fácil acceso, debe resultar sorprendente y espectacular.




Vamos avanzando, y los escarpes y barrancos que cruzamos permiten el entretenimiento.




Los grandes robles también van salpicando el camino y también permiten que la curiosidad de Elia  aporte novedades sobre sus cortezas y frutos además de preguntar sin parar.




Las carrascas también van adornando el camino con formas que llaman la atención y con buena imaginación se pueden parecer a multitud de cosas, .... pero muchas.




Viendo también brotes primaverales y tiernos de otras especies que vamos encontrando, vamos avanzando. Lo que en principio era un mero paseo se estaba convirtiendo en una excursión en toda regla. 




Uno de los inconvenientes era que no habíamos llevado comida en condiciones para la excursión que estábamos haciendo, pero asumimos avituallarnos con frutos secos y chocolate y terminar el tramo de camino hasta la Loma Chandomen por lo bien que lo estábamos pasando y todo lo que estábamos viendo.




Tras reponer fuerzas retomamos la vuelta. Alcorzamos un poco el recorrido bajando por senda desde la Campana Serrano hasta coger de nuevo el camino. Si nos encontrábamos con fuerzas, aún estaba pendiente remontar hasta la Cueva Cucos que Elia ya conocía de otras veces y que por eso la habíamos dejado en la ida.




Al llegar al barranco que forma la Fozarrata decidimos subir a ver la Cueva Cucos, así como las paredes del otro lado del barranco que tienen un corralón en su base.




Al llegar a la Cueva Cucos sorprendimos a unas cuantas cabras que estaban dentro. Debieron darse un buen susto al vernos porque salieron "en polvo y humo" sin importarles saltar al pozo de debajo de la cascada. Además de la altura, el agua no debía estar apetecible ya que, aunque daba el sol, nosotros no nos quitamos la chaqueta en toda la mañana. El cierzo que había provocado nuestro cambio de planes se dejaba notar.




De vuelta a casa comentábamos que aunque se había alargado más de lo previsto, había merecido la pena por todo lo que habíamos visto.


Con bastante hambre y cerca de las cuatro de la tarde llegamos a casa contentos de lo que habíamos hecho. Los platos llenos de comida que teníamos delante, una vez sentados en la mesa, también formaron parte del disfrute del día.










domingo, 21 de abril de 2019

Circular desde La Contienda con esquis de travesía. Soum Couy-Arlas

El jueves pasado 18 de abril, y antes de que comenzara la vorágine de la Semana Santa me pude escapar con Pablo y Jaime para disfrutar de la mañana festiva.




Como seguimos en nuestro empeño de evitar porteos siempre que se pueda, decidimos ir por el Puerto de Belagua hasta la conocida "curva helicoidal", para entrar con los esquís calzados por La Contienda y desde la misma carretera.




Las previsiones meteorológicas no estaban del todo claras y decidimos acercarnos hasta el Collado de Pescamou y decidir allí que podíamos hacer y si podíamos variar algo nuestras rutas habituales.




Una vez fijada la vista en el Soum Couy decidimos ir a por él a las bravas, viendo que sus tubos estaban bien cargados de nieve como toda la zona.




Mientras que el cielo se iba poniendo cada vez más gris, nosotros sorteábamos los agujeros del karst entretenidos.




A ninguno se nos ocurrió nombrar la palabra lluvia, aunque yo creo que no teníamos nada claro que no fuese a caer. La única ventaja era que la nieve poco más se podía estropear ya que desde el punto de salida estaba como en la pescadería y aquello no cambiaba en ningún momento, ni por altitud, ni por orientaciones.




Poco a poco íbamos ascendiendo por los tubos orientados al oeste hasta que cuando nos dimos cuenta estábamos en la pala final.




Pese al gris plomizo, teníamos buena visibilidad, y como la temperatura era agradable, disfrutamos de las vistas en un día nublado.






En vista de la calidad de la nieve, y de que observamos, para nuestra sorpresa, que la estación ya estaba cerrada, decidimos esquiar por sus pistas que seguro que mejoraban algo las maniobras.




Aun por las pistas la velocidad que permitía la nieve era escasa, así que tocó patinar algún rato, sobre todo a mí que llevo en las suelas de los esquís más pegamento que en las pieles.




Una vez abajo, decidimos remontar hasta el Arlas ya que Pablo sabía que podíamos llegar a él con los esquís puestos y después bajar al Collado del Arlas también esquiando. En el ascenso al pico Pablo tuvo que sacar las pieles de repuesto, parece que le falta el pegamento que a mi me sobra en mis suelas.




El viento había arreciado y no apetecía perder mucho tiempo allí, así que rápido nos bajamos hasta el Collado del Arlas para visualizar la última bajada.




Justo allí la amenaza de toda la mañana empezó a cumplirse y comenzaron a caer las primeras gotas, en un "sálvese quien pueda" nos echamos para abajo.



Mis esquís parecían anclas por los tramos más llanos de La Contienda hasta el coche. Por suerte el chaparrón no llegó a ser muy fuerte y no me calé como parecía. Una buena cerveza en El Ferial completaron una mañana que dio de si más de lo que parecía y me cargó pilas para encerrarme en casa durante los días de Semana Santa.