miércoles, 12 de septiembre de 2018

Arlet-Collada del Palo- La Mina

Tras la pernocta en el Refugio de Arlet, el domingo 2 de septiembre tocaba regresar a casa. Habíamos dejado el coche en La Mina y teníamos varias opciones para llegar a él. Solo las limitaciones meteorológicas podrían cambiar la opción que habíamos pensado Elia y yo. Con éstas, arrancamos desde Arlet en dirección al Collado de Saoubathou.




A Elia no le cuadraba eso de ir al monte y que el objetivo del día fuese bajar y no paraba de preguntar si no habría ninguna subida. Al pasar por la Cabaña de Lapassa y comenzar una corta remontada para salvar la hoya en la que está metida parece que la incertidumbre en su cabeza se le iba normalizando.




Desde el Collado de Saoubathou empalmamos con el "Camino de Libertad" para cruzar La Cunarda. Le contaba a Elia que aquella zona fue lugar de disputas serias entre ansotanos y franceses por hacerse con el puerto en otros tiempos y que al final quedó de manos de los franceses. Le llamó la atención que aquello podría haber sido de Ansó, pero enseguida continuó contándome sus cosas, ...que no son pocas.




Al llegar al Collado de La Cunarda le sorprendió el monolito que recuerda el paso de gente que huía en tiempos de guerras y las ayudas que tenían para salvar los Pirineos. No se si entendió que en otro tiempo y situaciones (no tan lejanas) las cosas eran mucho mas complicadas para todos, pero algo intenté trasmitirle.




Los arándanos fueron todo un aliciente en este tramo. Estaban gordos y buenos según me hacía saber. Antes de bajar a la Collada del Palo le propuse subir al la Punta el Palo o Pic de Burcq, a lo que accedió tan contenta. Allí nos cruzamos con una pareja con la que habíamos compartido cena en el refugio la noche anterior. Ellos se bajaban hacia Lescun y nosotros hasta La Mina, así que realizamos el mismo trayecto hasta la Collada del Palo.




La mañana iba avanzando y los arándanos por si solos no paliaban la gana de ninguno de los dos. Así que después de llegar a la Collada del Palo, descendimos un corto tramo para parar a almorzar, por aquello de evitar el viento típico de los collados y que en estas fechas ya empieza a notarse.




Sorprendí a Elia cuando saqué un poco de embutido, queso y pan, además de las habituales almendras, pasas y chocolate que llevamos para nuestras salidas de día. "Esto si que es almorzar", me comentaba, y en eso no le podía quitar la razón.





Nos desviamos de la calzada romana (y GR), que habíamos tomado desde la Collada del Palo, para ver de cerca por donde se escondía el agua de Las Foyas y así conocer el Forau de Cristian, en la foya del mismo nombre. 



Por "O Estreito as Foyas" salimos hacia el camino que sube hacia el Ibón de Lacherito y descendimos por él hasta el coche. Un baño bien fresco en el Barranco de Lacherito completaron una jornada de descenso en la que Elia descubrió que lo de bajar también vale como excursión por el monte.