Después de comer y viendo que la lluvia había parado, le propuse a Elia ir a echar un vistazo a unos lirios que hacía unos días aún no habían abierto sus flores. Se trata del lilium pyrenaicum, especie autóctona y considerada como endemismo pirenaico-cantábrico por el IPE (Instituto Pirenaico de Ecología).
Cuando vamos a salir, otro fuerte chaparrón vuelve a caer, pero esta vez ya está decidido y la salida no tiene vuelta atrás.
Cogemos el coche y remontamos por la pista de Picoya hasta la altura del campo de Navarré (el del solano), y allí tomaremos el camino que baja hasta la Borda Saletas de reciente limpieza.
En el trayecto de la pista, el chaparrón había parado y, pese a que está todo mojado, parece que nos va a dejar llegar a los lirios para ver si han abierto sus espectaculares flores.
Elia descubre ilusionada las recientes marcas de pintura verde y amarilla que indican la trayectoria del camino, pese a que aún no haya señalización direccional.
Pronto encontramos los lirios y vemos que están todas las flores abiertas.
El que busca, encuentra, y pronto descubrimos otro corro de flores que Elia, además, observa que si las toca se manchan los dedos de naranja.
No me canso de sacar fotos y Elia va encontrando más flores, el tiempo también se alía con nosotros y nos permite disfrutar de la tarde.
Cuando por fin decidimos finalizar la sesión fotográfica, al volver a la pista para coger la furgoneta, Elia me propone "investigar por el bosque".
Pronto aparece su primer descubrimiento que no le cuadra mucho. Encuetra un viejo bidón abandonado. Le cuento que en otro tiempo, en este monte, la extracción de madera fue intensa y que aportaba grandes beneficios al pueblo, a cambio hay restos por el monte que nos recuerdan esa actividad.
También descubre que, pese al buen agarre de las suelas de sus botas nuevas, el pisar una rama de pino seca en un día tan húmedo como éste, las consecuencias son en exceso rápidas, dando con el cuerpo en el suelo antes de poder reaccionar.
También observa como hay arbustos en el sotobosque en los que uno no se pude agarrar para ayudar a salvar un terraplén porque pinchan, y no solo eso, además conviene esquivarlos para evitar que nuestro chubasquero nuevo sufra un desgarrón.
Al salir a la pista para coger la furgoneta y dar por terminada la excursión, vemos una buena panorámica de la collada de Maidoguí, y un poco más abajo se adivina el precioso paraje de la Borda Chimena. Elia decide añadir este lugar como uno de sus próximos objetivos.
No nos hemos dado cuenta y la hora ha ido avanzando. No llevábamos merienda y el hambre ha empezado a apretar. También nos damos cuenta de que, con un poco de suerte, solo vamos a ver los minutos finales del debut en la eurocopa de la selección, pero ha merecido la pena pasar la tarde en el monte, pese a lo poco que prometía el día.