sábado, 4 de febrero de 2012

Paseo con esquís por Tachera

Por fin parece que llega el invierno y permite hacer algo de actividad invernal por la zona. Hoy habíamos quedado con Pablo y Castán para ir a dar otro paseo como ayer, pero me he asomado a la ventana esta mañana y he decidido ponerme a actualizar el blog.


Ayer, pese a la baja temperatura y a la ventisca, decidimos dar un paseo hacia Tachera con Pablo y con Gerardo. Llegamos a Zuriza con los accesos limpios. Mientras nos preparábamos las botas, Joaquín daba otra de sus pasadas con la máquina, paró a saludarnos y además nos solucionó un pequeño problema. Gerardo se había olvidado las gafas en su furgo (la canariona) durante el trasbordo del material en Ansó, y Joaquín le prestó unas suyas. Nos recomendó prudencia y nos fuimos.




Empezamos a foquear y nunca sobraba la ropa, es lo mismo que nos había pasado ayer marcando la huella del circuito de raquetas en Las Eras, pero ante semejante calidad de nieve no nos podemos aguantar.




No solo no nos tenemos que quitar ropa, sino que me tengo que parar a poner el gorro porque ya no siento la oreja derecha. En esa parada, nada más empezar, Castán nos localiza y nos avisa que "igual" se anima y viene.




Seguimos avanzando entre sol y ventisca, el paisaje es impresionante, ya teníamos ganas de verlo así en este invierno tan raro.




Vemos como el hielo y la nieve se van apoderando del río mientras llegamos al final de la pista de Tachera.




En ese momento, justo cuando vamos a coger el bosque, observamos como Castán se ha animado. Para nosotros no es ninguna sorpresa y con semejante jabalí, la apertura de huella está asegurada.






Mientras estamos en el bosque, las cosas cambian. El aire no nos da tan fuerte y foqueamos más cómodos...




y también nos damos cuenta que dentro de las hayas la nieve es más escasa aunque su calidad sigue siendo muy buena.




Nos acercamos al final del bosque y la ventisca vuelve a amenazar, Pablo se para para volver a taparse la cara. Poco más dará de si el día. Las condiciones fuera del bosque son muy malas. Así que decidimos mantenernos en él dando una pequeña vuelta hasta remontar las parideras de Mazandú.
Me doy cuenta de que tengo la memoria de la cámara llena, pero decido no quitarme los guantes para eliminar fotos viejas.
Cuando quitamos las pieles y empezamos a bajar, observamos como los riesgos anunciados en los partes de nieve son reales. Aún en ligeras pendientes, en nieve venteada, se nos rompen varias placas. Decidimos volver a la seguridad de las hayas y aunque raspamos alguna que otra piedra disfrutamos de la bajada. Sin perder tiempo bajamos a Zuriza y en el Camping nos recuperamos de todo. 

Barranco de Forniellos

El jueves 19 de enero, en vista de que el anticiclón sigue entre nosotros decidimos coger la bici y dar una vuelta. Gerardo quiere ver unas paredes, que tenemos que buscar, entre Salvatierra y Lorbés. Pablo controla la zona y aunque no ha ido por la pista que vamos a tomar, intuye que puede ser la adecuada. La pista se coge entre Salvatierra y Lorbés, apenas recorrido un Kilómetro desde la primera.



Gerardo se pone a tirar del grupo, y vamos avanzando por terreno llano en pleno mediodía. En principio observamos abundantes campos de labor. Conforme avanzamos, el bosque empieza a primar, y los aprovechamientos de leña para los vecinos son abundantes,...¡que maravilla!...¡aquí hay vida!



Las rampas, aunque no son fuertes, si que son mantenidas, lo suficiente para obligarnos a quitar un poco de ropa e incluso buscar la sombra. Hacia arriba se ve la ermita de Santa María de la Peña, y hacia abajo, el fondo de valle.




Pasado el alto empezamos a bajar, y en una de las primeras curvas nos sorprende lo que íbamos buscando. Ahí aparece la foz que forma el barranco de Forniellos. Sabemos que en la parte alta hay una zona llana con balsas y bordas de uso ganadero llamada Sasi.



Bajamos un poco más, despacio, ya que buscamos el mejor sitio para poder subir y acceder a la base de esas paredes. En otra curva del camino intuimos que debemos intentar entrar por ahí, de modo que escondemos las bicis en unas matas y empezamos a subir por un camino empinado y medio limpio.
Conforme ganamos altura, y es de forma rápida, encontramos una traza mejor, que aunque no esta del todo limpia se sigue bien y nos lleva hasta la base de roca.



El paisaje y las formas de las paredes son espectaculares, no me extraña que Gerardo se quede con la boca abierta,..., seguro que ya se ve colgado por ahí, disfrutando como siempre...



La foz es una maravilla, el camino la recorre longitudinalmente, justo por debajo de la pared. En ese recorrido nos aparece la primera sorpresa. Encontramos una cueva, intentamos entrar y rápidamente se vuelve bastante estrecha. Culebreamos para poder continuar y logramos avanzar. Pronto abandonamos por que no tenemos luz, solo Pablo lleva una frontal, y yo una pequeña linterna.



Seguimos avanzando por la foz en nuestro recorrido, comentando la sorpresa de la cueva, cuando de repente localizamos otra. Esta otra es algo más grande en un principio, ya que después vuelve a hacerse pequeña hasta el punto de arrastrarnos por el suelo, con la ventaja, ésta vez, de no tener que culebrear.




En la entrada de ésta segunda cueva hay una inscripción en color rojo, lo cual nos induce a pensar que por algún lado existirán reseñas. 




No se puede pedir más, vaya sorpresas. Hemos pasado de no saber como se llamaba la foz, ni si la podríamos localizar, a localizarla, acceder a ella y recorrerla. Además hemos encontrado dos cuevas. Pablo ha buscado información de ellas en una página donde comentan que dentro hay pinturas rupestres.




Llegamos al final de la foz donde se observa el plano de Sasi y decidimos volver a por las bicis. Recorremos otra vez la foz volviendo por el mismo camino.  




No podíamos terminar el día sin que pasaran más cosas, de repente un pinchazo nos hace parar la marcha que habíamos cogido en la bajada hacia la carretera. Lo solucionamos rápido y continuamos hacia abajo. La pista vuelve a ponerse llana en la parte baja del valle pero rápidamente llegamos a la carretera unos tres kilómetros más cerca de Lorbés que donde la habíamos cogido.




Cuando llegamos a la furgoneta son casi las cinco de la tarde, solo nos falta acercarnos a Salvatierra para tomarnos unos pinchos en el bar Bicoca y terminar así un día completo de disfrute.