domingo, 28 de diciembre de 2014

Paseo circular por Ansó. Cueva Gurrillón desde Zabalcoch

Esta mañana, en vista del tiempo disponible y del atmosférico he podido dar un pequeño paseo resguardado por el valle. En la cabecera del valle ayer ya nevaba con ganas, y la pinta que hoy tenía no invitaba a subir, así que he decidido ir a la "Espelunga Gurrillón" a disfrutar del monte.




En las partes bajas la nieve no era abundante y menos dentro de la espesura del bosque, además el Barranco Piero bajaba con bastante agua, lo que indicaba que la temperatura aún no se había enfriado lo suficiente, aunque se esperaba que lo hiciera en las próximas horas.




Mientras estaba en el bosque el viento no se notaba, solo se oía en las copas de los árboles pero conforme me acercaba a "la mata", donde el camino de Idoya sale al claro, me puse la capucha para proteger las orejas. Pese a que se me empañaban las gafas no me la quitaba por nada del mundo, prefería ir un poco "a tientas" a que el aire me ventilara las ideas.




El camino estaba espectacular, otra vez a resguardo del bosque la cosa cambiaba. La nieve permitía avanzar cómodamente y el único ruido que se oía era el del viento moviendo de nuevo la copas de los árboles, ...¡que gozada!.




Tímidas rayadas de sol me permitían pensar en que quizá llegara a despejar antes de terminar, pero por el momento solo quería llegar a la "espelunga" para ver que había por allí.




Pese a estar bien resguardado del aire y no pasar frío, éste se intuía en las paredes de la cueva y la parte baja del valle permanecía bien tapada pese a las rayadas de sol tímido que había visto hacía poco. La cabecera del valle era mejor no mirarla, aunque disfrutaba pensando en que seguiría cayendo nieve, que buena falta hacía.




El interior y el ambiente que rodea a la "espelunga gurrillón" siempre resultan espectaculares, y esta mañana, la ligera nevada que había le daba un toque especial.




La bajada también me ha resultado entretenida, el hecho de ir mirando a todos los lados sin poder parar de hacerlo por lo que estaba viendo, daba pie a que los tropezones y resbalones fueran continuos, eso si, no me quería perder nada y los asumía como algo normal.




Pasada la Era Gurrillón, (donde hay una preciosa opción para bajar a la Borda Ostias, eso si, sin señalizar) el viento hacía que me tuviera que volver a poner la capucha y estar muy atento a sus posibles consecuencias que veía delante de mis narices. No me apetecía que un pino seco, abundantes en el tramo, se me cayera encima por culpa de que lo tirara el aire justo cuando yo pasara, ¡y no sería el primero!




El paseo se acababa y me daba tiempo para llegar a comer a casa habiendo hecho un recorrido diferente al hecho en verano con Elia pese a haber realizado la misma ruta. El disfrute está asegurado para el que decida hacerlo y el verlo en diferentes épocas del año resulta muy muy recomendable.