sábado, 11 de mayo de 2013

Aguatuerta-El Rincón-Castillo de Acher-Marcantón-La Loma con esquís de travesía

El pasado 5 de mayo quedamos Anchel, Peyo, Javi, José Antonio, Pablo y yo para ir a esquiar. Pablo había ido el día anterior a Linza para subir al Sobarcal y al Mallo y había salido con los esquís puestos desde el coche.
Además de darnos bastante envidia,  nos animó a probar a dar una vuelta que teníamos en mente hacía tiempo. Así que a las seis de la mañana partimos hacia Guarrinza con la intención de subir al Castillo de Acher dando la vuelta por Aguatuerta. Subimos por la pista hasta donde pudimos con los coches y tras un porteo de unos cien metros nos calzamos los esquís.




Antes de entrar en Aguatuerta, observamos como aflora la caseta del Achar, haciéndonos ver que la primavera, queramos o no, va llegando.



El paso por Aguatuerta, antes de entrar al Rincón, se hace entretenido buscando y eligiendo los mejores sitios para sortear las barranqueras.




En el Rincón el sol aprieta fuerte, pero la recompensa de las vistas conforme vamos ganando altura es grande y hace que el avance sea más llevadero. Pasamos por los restos de la caseta del Rincón y les cuento una anecdota que tuve en ese lugar cuando era bastante más joven y la caseta aún estaba en pie. No me quedó más remedio que dar una vuelta alrededor de la caseta para despistar a un toro enfurecido, al que había incomodado yo al pasar junto a una cuadrilla de vacas a las que él pretendía cortejar. Yo ya oía gritos a lo lejos de mi tío y otras personas que iban con él que me advertían de lo que iba a pasar, pero yo no llegaba a entenderles y no tenía ninguna experiencia para saber que no podía hacer lo que me diera la gana entre un rebaño de vacas y menos cuando el toro esta en esas actitudes. Ahora cada vez que cruzo un rebaño de vacas me acuerdo del incidente y observo si hay toro y su actitud, intentando evitar molestarlo si es que esta así, por si las moscas.





Por debajo de Secús pasamos al puerto de Acher a través del collado que en los mapas aparece nombrado como Achar de los Hombres y trazamos una diagonal descendente sin quitar las pieles hasta el collado del Barcal para ir en busca de nuestro objetivo que ya tenemos a la vista. 






La media ladera hacia el corredor de entrada al Castillo se hace larga, pero nos entretenemos viendo como las marmotas han hecho agujeros en la nieve y ya se dan sus paseos por los alrededores con sus crías.




Mientras Pablo espera mirando a la punta del Castillo de Acher, los demás vamos subiendo poco a poco el empinado corredor. Habíamos puesto cuchillas previendo el cambio de nieve por la orientación y acertamos. Subimos cómodamente sin ningún contratiempo y solo faltaba acceder a la cima por su suave ladera.



Una vez arriba, las vistas son alucinantes. Las vamos asimilando echando un bocado y alguna que otra risa. Disfrutamos.



Con ganas de coger la primera bajada del día, quitamos las pieles y no perdemos tiempo en esquiar.




Observando que el barranco del Barcal no nos ofrecía una bajada larga, optamos por volver a colocar pieles y subir hasta el collado de la Peña Marcantón para coger el barranco de La Loma. Por la mañana, al subir con los coches ya nos habíamos fijado y el barranco de la Loma nos permitía bajar casi hasta el coche mientras que por el Barcal nos quedábamos muy altos.





Al llegar debajo de la Peña Marcantón, Anchel y Pablo se acuerdan de que es el día de la madre y le mandan a cada una de sus madres una postal con mucho cariño... ¡que par de marcantones!.



La esquiada por La Loma es de lo más agradable. Terminamos casi en los coches apurando los últimos giros si no extremos, si al extremo de donde terminaba la nieve.


Lo peor de la jornada estaba por llegar, ¡que largo se me hizo el viaje hasta Ansó con el agujero que tenía en el estómago!. La recompensa también fue buena y la comida tapó el agujero y el recuerdo del día fue extraordinario.