La nieve está muy húmeda desde por la mañana y la temperatura hace que las cosas no cambien por el momento.
Observamos la diagonal de la Foya Manaté, durante todo el año pasado no pudimos pasarla con los esquís, pero este año parece que se va a dejar y por ahí vamos.
Justo en la cota 2000 las cosas cambian, la temperatura baja, la nieve pasa a ser casi cristal y no nos queda más remedio que poner cuchillas.
Aun con las cuchillas pasamos algún apurillo, pero superadas las rampas en sombra, la cosa vuelve a mejorar.
Con el salto a la última pala parece que mejora el tiempo y hasta nos aparece el sol de forma intermitente entre el cielo medio nublado.
Subiendo la pala se une a nosotros Gerardo. Este navarro se había adelantado a sus compañeros y se juntó con nosotros comentando lo dura que estaba la nieve en las umbrías anteriores y la mejoría que se notaba ahora.
Perdiendo poco tiempo en la punta, nos disponemos a bajar la pala y disfrutarla. No hay nada más que ver las caras de Pablo y Gerardo en una parada en mitad de la pala para creerse ese disfrute.
Gerardo se encuentra con sus compañeros y decide que termina de esquiar la pala y vuelve a poner pieles para esquiarla otra vez con los suyos, así, mientras tanto, quizá entre el sol en la parte que al subir estaba cristal y mejora la situación. Nos despedimos del navarro y Pablo y yo continuamos bajando.
Cuando llegamos a la zona complicada, el tímido sol aún no ha logrado mejorar las condiciones. Intentamos esquiar pero un traspiés hace que se me suelte un esquí. Paro como puedo, me quito los esquís y termino de pasar el mal trozo (unos 15 metros) dando unas cuantas patadas al hielo blando. Me los vuelvo a poner y a esquiar. A Pablo le ha pasado algo parecido pero con diferente resultado. Justo el día anterior se había quitado las cintas que le sujetan los esquis en caso de soltarse, porque los velcros no pegaban. Las consecuencias son que el esquí se va solo ladera abajo hasta que para en un agujero plano. Pablo tiene que bajar andando para recuperar el esquí y aprovechamos para comer unas ciruelas.
A partir de ahí y salvando la cota 2000, volvemos a la nieve húmeda, que por el bosque pasa a ser en exceso pesada, lo que hace que a nuestros cuerpos le estorbe la ropa y nuestras piernas vayan cogiendo la forma.
Como es Nochebuena y llevamos buena hora, nos da tiempo a bajar a Ansó y tomarnos un vermú bien bueno en el Bar Zuriza.