jueves, 13 de febrero de 2020

Añelarra y Pèneblanque con esquis. Jugando entre el pirineo navarro y frances

El domingo pasado nos fuimos Aro, Pablo y yo hasta la curva helicoidal que da entrada a las pistas de esquí de fondo de La Contienda. Tal y como está el asunto se ha convertido en el último reducto del Pirineo Occidental para partir con esquís de travesía sin porteos.




Salimos con una situación anómala, el mar de nubes habitual en la parte francesa, esta vez estaba en la cara sur del Pirineo, de tal forma que si los montes nos protegían lo suficiente, disfrutaríamos de un día soleado mientras en los valles españoles las nubes serían las protagonistas.




Hacía un par de días que Pablo y yo habíamos estado en el Anie, así que como a Aro tampoco le importó, cambiamos y nos fuimos hacia el Añelarra.




Estando en la larga arista del Añelarra decidimos recorrerla para buscar la bajada hacia el laberíntico Karst de Larra.




En la arista del Añelarra disfrutamos de las vistas de Pèneblanque, la Mesa de los Tres Reyes, Budoguía y Ukerdi, y en la que Aro me echó alguna que otra foto.




Un buen descenso por nieve primavera nos depositó en el paraje inhóspito y siempre llamativo de Larra, allí comenzaba la aventura del día.




Pablo se había descargado un track de Julio Alberdi del blog "Kuestas", que es toda una referencia de esta y otras tantas zonas, y que fuimos consultando de vez en cuando para intentar cruzar este espacio.




Mientras las nubes engullían la Mesa de los Tres Reyes, el Péneblanque se quedaba como la mejor opción para completar un buen día.




La chimenea final, bastante descompuesta y algo expuesta, resultó también llamativa. Entretenidas trepadas en las que había que prestar atención, completaron la ascensión con la amenaza de que las nubes nos engulleran.




Poco tiempo perdimos allí arriba y, de nuevo con cuidado y prestando mucha atención, emprendimos el descenso. Al llegar a donde habíamos dejado los esquís echamos un bocado antes de volver a enfrentarnos al laberinto para retornar hacia Añelarra, siempre a la vista.




Volvimos por el mismo camino que habíamos realizado en la ida, pero esta vez sin remontar hasta la cima de Añelarra. En el ascenso hasta su arista, mientras Pablo con pieles nuevas subió cómodamente y sin problemas, tanto Aro como yo tuvimos que echar los esquís a la mochila por la falta de adherencia de las nuestras. Este año las pieles de repuesto habrá que ponerlas ya en la mochila y no esperar a que avance la temporada.



Un entretenido y rápido descenso hasta La Contienda completó un día de lo más entretenido donde la nieve dura de las nortes y la nieve primavera de las sures fueron las protagonistas, además del buen ambiente generado por la compañía. Otro día de disfrute pese a la precaria situación de nieve que tenemos por la zona.