miércoles, 19 de junio de 2019

Peña Oroel, Vía Mayencos

El pasado domingo16 de junio nos fuimos Pablo, Elia y yo a la Peña Oroel de Jaca. Hacía tiempo que le había comentado a Elia la posibilidad de subir ese monte y por fin llegó el momento.




Salimos del Parador de Oroel con una mañana buenísima y con la intención de ascender a la cruz de la Peña Oroel de una forma diferente a la habitual.




El bosque es muy majo y aunque Elia se entretenía algo repasando las especies que conocía y que aprendió la semana anterior en las jornadas ambientales de Borau, no paraba de preguntar hasta el punto de cansar "¿pero cuando escalamos?".




Una vez que nos pusimos los arneses y empezaron las trepadas la cosa cambió, aunque aquello de no usar la cuerda le mosqueaba y seguía con la misma pregunta, pero ya no tan insistentemente y con otra actitud.




Lo de advertirle que tenía que estar concentrada y que había momentos en donde no podía fallar, además de decirle que se acercaba la chimenea en donde nos íbamos a encordar le animaba y ya veía las cosas de otra manera.




El hecho de empezar a escalar, ya fue la guinda del pastel. Toda la subida le había gustado, decía. "Pero es que tenía ganas de escalar" era la excusa para justificar la cantidad de veces que había repetido la pregunta "¿pero cuando escalamos?".




Aunque ya había visto el conglomerado en Riglos, nunca había escalado por uno, además también se entretenía comentando que eran como dientes o muelas del monte según el tamaño de los cantos.





Salvada la chimenea tocaba otro tramo de caminar-trepar por una faja preciosa donde las vistas adquieren protagonismo. Los picos del Pirineo contrastan con los campos de cultivo de la extensa Canal de Berdún.




Pese a que el recorrido está marcado con puntos de pintura roja que facilitan la ascensión, la visión de la cruz de la cima nos indica hacia donde hay que dirigirse. 




Un espolón aéreo nos acercó al último muro del día donde nos volveríamos a encordar. Pasado el espolón con mucho cuidado y concentración se vio claro el último tramo que nos quedaba para llegar a la punta.




Elia trepaba con soltura y disfrutaba de la escalada y del día. Tanto es así, que le tenía que decir que parara un poco ya que quería conseguir alguna foto, y a esa velocidad no me daba tiempo.




La llegada a la cruz le produjo un poco de vergüenza por la cantidad de gente que allí había y le comentaban lo valiente que era por haber subido por allí.




Nos hicieron esta foto a los tres y, mientras comenzábamos a recoger todos los bátulos, aparecieron por allí Loles y Ana. Una pareja de chesas con las que compartimos unos frutos secos y buena conversación.




Los cinco bajamos juntos por el camino normal disfrutando de la sombra de los abetos, una vez metidos en el bosque.


Loles y Ana habían subido desde Jaca y continuaron hacia allí. Nosotros nos quedamos en el Parador de Oroel donde habíamos iniciado la actividad y donde teníamos el coche. Una cerveza fresca para los mayores y un refresco para Elia sirvió de brindis y aperitivo a la posterior comida de la que también disfrutamos de camino a casa.
Un aprovechado y agradable día en el monte con un ambiente extraordinario.











sábado, 15 de junio de 2019

X Jornadas micológicas y ambientales de Borau y paseo por Abi, Aísa

El sábado pasado, 8 de junio, nos fuimos con Elia a la otra punta del Parque Natural de los Valles Occidentales. Con la excusa de conocer y participar en las Jornadas Micológicas y Ambientales de Borau nos fuimos hacia oriente por la mañana.




Ante la gran oferta de actividad que allí había, y pudiendo elegir, nos decantamos por participar en un recorrido botánico y ornitológico. Este recorrido se realizaba por los alrededores de la Villa de Borau y no teníamos que desplazarnos en coche como ocurría con el micológico.




Elia no paraba de tomar notas y consultar guías que solucionaban sus curiosidades. Como siempre que se tiene interés, fue una mañana muy productiva y aprendió muchas cosas.




Como no nos habíamos apuntado a la comida, nos fuimos al valle vecino de Aísa para echar un bocado en el área recreativa de Abi. Ya hacía tiempo que teníamos pendiente una visita a este lugar y aquel fue el día ideal para llevarla a cabo.




Después de reponer fuerzas nos pusimos en marcha con la intención de recorrer el bosque de Abi y localizar sus cuevas. Por el camino, Elia iba repasando sus notas y reconociendo especies, además de ir aumentando su lista con nuevas especies que no habíamos visto por la mañana.




Los abrigos y cuevas siempre son un aliciente en las excursiones, y esta vez no podía ser menos. Aun sabiendo lo que íbamos a encontrar, la sorpresa y los gritos de "¡allí está la cueva!" fueron inevitables.




Las cuevas, las vistas, más especies para apuntar y reconocer, ademas del despegue de un buitre en una muy cercana buitrera por encima de nuestras cabezas, fueron una acumulación de alicientes en ese tramo digno de reseñar.




Proseguimos con el paseo y la llegada a las planas de Abi fueron espectaculares. Un rincón verdaderamente bonito donde disfrutar de la naturaleza con tranquilidad resulta de lo más recomendable.




El camino de bajada hacia el punto de partida discurre por una cómoda pista forestal donde Elia me iba contando todo lo que había aprendido en el día, y lo contenta que estaba por ello. También nos daba para ir dando un repaso a lo aprendido.




Una circular breve pero muy completa, con bosques, cuevas, buenas vistas, preciosas praderas,...es que lo tiene todo para pasar un buen rato.









Aún era pronto y en Borau proseguían las actividades, así que decidimos acudir allí otra vez antes de volver a casa.






Mientras Elia participaba en unos talleres infantiles de naturaleza, yo me entretuve escuchando con la boca abierta al micólogo Jose Mari Ibarbia en la charla "Algunos hongos poco frecuentes". Una hora que se pasó volada acompañada de unas espectaculares fotografías.




La guinda del día la pusieron Os Gaiters de Chaca y la Villa de Borau, volcada en el evento para que todos los que allí estábamos lo disfrutáramos de lo lindo. Sin duda unas jornadas de lo más completas donde aún quedaban la cena y los conciertos nocturnos que ya no vimos porque teníamos que llegar a casa después de un día de lo más completo. 


Respecto a las jornadas, decir que aunque nosotros solo estuvimos el sábado, en realidad la actividad frenética también continuaba el domingo completando un fin de semana extraordinario.