Aunque el pico y la zona ya eran conocidas para Elia le faltaba descender de Petrachema por su pala sur, de forma directa al Collado de Petrachema, y eso le apetecía.
Toda la subida al Collado de Linza la tiene controlada porque ya la ha repetido varias veces, pero desde allí hasta la cima de Petrachema solo se acordaba de la arista ya que como me comentaba: "ya hace seis años que no subo a Petrachema".
No eramos pocos los que habíamos decidido subir a tenor de lo que veíamos desde lejos, pero el asunto no tenía vuelta a atrás.
A Elia le sorprendió ver a gente que bajaba con la bici desde la cima, y rápido me dijo que ella aún no se atrevía. Le comenté que se ha puesto muy de moda hacerlo en los últimos años y le dije que es bonito de hacer y más con las bicis que hay ahora que permiten bajar con más comodidades que cuando lo hicimos con Pablo hace unos años.
Además de unas cuantas cabras, en la cima se juntaba un buen puñado de gente. Tal y como está la cosa decidimos iniciar el descenso sin llegar arriba.
La empinada pala le gustó a Elia y más cuando le dije que también era una gozada esquiarla. A eso si que se animaba y se atrevía.
Llegando al Collado de Petrachema, de nuevo le era todo conocido desde la subida por Ansabere desde Francia a los pasos que ascienden desde España hasta el collado. Aún nos asomamos a echar un vistazo a la aguja sur para ver si veíamos a algún escalador y, como suele ser habitual, tuvimos suerte.
Después de interesarse por el grado de las vías de las agujas, decidimos buscar un resguardo del aire que nos acompañó toda la jornada, después de una mañana calurosa. Allí dimos cuenta de un buen almuerzo.
Continuamos la bajada por el Paso de la Escalerilla sin pasar calor ya que el cierzo se mantenía aun en las cotas más bajas. Una pequeña variante a la altura de la Foya de Petrachema nos permitió ver el primero de los rápeles del barranco que dan lugar a las cascadas que tantas veces ha mirado Elia desde la Foya de los Ingenieros.
Una mañana por terreno conocido pero donde siempre se encuentran cosas nuevas y diferentes para disfrutar por el monte como el primer día. ¡Toda una gozada!