Al final asumimos los porteos con el fin de hacer un recorrido más variado, y nos encaminamos hacia el Achar del Caballo.
Después de unos tramos de quita y pon, entramos en una zona de continuidad, alternando vistas y bosque.
El día era como todos últimamente, sol y más sol. Anticiclón eterno durante prácticamente todo el invierno. La protección solar era imprescindible y la crema que les dejé no se si les gustó mucho. La protección es fuerte y la piel termina blanca como al principio, algo que a ellos les sorprendió porque querían volver con algo de color en sus caras. Algunas risas echamos con el tema.
El recorrido previsto nos permitía alargar o alcorzar la excursión según avanzara la mañana, y al llegar a la altura del Paso del Oso, decidimos ir hacia el Barranco del Chinebral y dar la vuelta para llegar al Achar del Caballo por otro lado.
La diferencia en la cantidad de nieve entre las orientaciones sur y las nortes es grande por el anticiclón eterno en que nos encontramos. El rodeo para entrar el Achar del Caballo por su zona sur nos hizo portear las raquetas otro tramo.
Siempre resulta curioso observar como, en el momento que se gira un poco en la orientación, la nieve cobra continuidad.
La vuelta a Linza fue agradable, por la cercanía del Refugio y por las ganas que había de tomar una cerveza. Después de limpiar las raquetas en el barranco, allí que fuimos a reducir la sed.
Completamos el día como debe de ser. Nos apretamos un buen chuletón en la Borda Arracona para recuperar las fuerzas perdidas por el monte, ya que todo lo demás, el buen ambiente, las risas, la diversión, el disfrute, lo mantuvimos sin perderlo en ningún momento.
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