Así, el domingo me ofrecí voluntario para dar los desayunos de las seis de la mañana, a cambio de poderme escapar con la bici a dar una vuelta.
Me dirigí hacia Garde y justo en el alto de Puyeta asomaba el sol. Aunque el día se preveía caluroso, la mañana era fresca incluso tuve la sensación de algo de frío bajando el Puerto de Matamachos llegando al fondo del valle.
Ganas tenía de empezar a subir la pista que me llevaba a la divisoria entre Ansó y los vecinos navarros para calentarme. Subí en sombra hasta arriba, pero los casi mil metros de desnivel en apenas nueve kilómetros, me permitieron quitarme el frío de forma contundente.
Una vez en la divisoria, a la altura de Forato, que nuestros vecinos de Garde conocen como Punta de la Cruz, pese a que el vértice geodésico lo nombra como Calveira, me daba el sol pero se estaba de maravilla.
Tocaba disfrutar con las vistas que ofrece la divisoria, con muchos de los metros de la vuelta prevista ya en el bolsillo. Desde Idoya tocaba bajar hasta la Collada Fonda donde aproveché para parar y echar un bocado para afrontar la última remontada a tener en cuenta del día.
Desde la Collada Fonda la remontada, aunque aún por pista, es potente. En un par de curvas tuve que echar el pie al suelo y subir con la bici de la mano.
Cuando ya se divisa la caseta del final de la pista, remonté por el monte para enlazar con el GR que va de Isaba a Zuriza por Ezcaurri, en una porteada de unos doscientos metros por tasca cómoda.
Una vez en el GR dos tramos de apenas 50 metros son los que rompen la continuidad ciclable hasta el Ibón de Ezcaurri.
Pasado el Ibón de Ezcaurri, una bajada algo fuerte en algún tramo me acercó hasta la caseta del Puerto de Ezcaurri. Después, seguí bajando con prudencia por la abundante hierba que tapaba las irregularidades del terreno y que daba alguna sorpresa que otra.
Ni la habilidad, ni el atrevimiento son los de hace unos años, así que el último tramo y más empinado del Puerto de Ezcaurri, cuando ya se divisa la pista, decidí hacerlo desmontado. Una vez en la pista, solo restaba bajar hasta la Borda Abau y luego, por carretera hasta casa.
Una parada obligada en la Fuente Pierra, como siempre que se pasa por allí, me permitió, además de refrescarme, coger una cantimplora de agua para llevársela a Elia, que reposaba en casa con el pie en alto y aburrida de estar en casa encerrada. La cogió con ganas pero para nada le pareció bien que me hubiese ido a dar una vuelta tan maja como la que había hecho. Pero como ella no dice palabrotas solo me calificó de "morrudo".
Preciosas fotos, como siempre, querido Iñaki. Me encantan las descripciones que haces de tus excursiones.
ResponderEliminarBesos sanadores para Elia y nuestros deseos de que no dure demasiado ese reposo. Un abrazo largo para Elena y para ti, desde Sevilla.
Muchas gracias Belén. Elia está totalmente recuperada a día de hoy y dispuesta a ir al monte en cualquier momento. Un abrazo para José y Ana y otro para ti.
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