Subiendo el puerto "la arcaica" empieza a tener problemas con el cambio. Como por arte de magia, y cuando menos falta hace, la cadena salta hasta el piñón más pequeño. Intento corregirlo pero hasta que le pillo un pequeño truco no consigo remontar la cadena a donde corresponde para la subida del puerto. El cachondeito también va con la pobre bici, ...¡si no puede ser!, ¿dónde vas con ese penco?... esa es la linea de los comentarios, más o menos.
Cuando dejamos la carretera y entramos en la pista, en un par de rampas serias que hay al principio, el problemilla con el cambio continúa y hace que tenga que subir con la bici de la oreja,... de nuevo me caen todas...
Tras esas primeras rampas, la pista llanea cruzando toda la sierra del Vedau. Se convierte en un paseo agradable por el clima y divertido por el barro acumulado durante estos días de lluvia. Solo estropeado por el ruido de carracla de mi cadena subiendo y bajando por la corona de piñones como si estuviera poseída.
Cuando llegamos al final de la pista (Borda Cheso) dos mojones de piedra señalan la entrada del camino. Paramos lo justo para echar un trago, ponernos una camiseta y casco y nos lanzamos camino abajo.
Las primeras sensaciones son buenísimas, y pese a que el problemilla del cambio parece que ya no tiene solución, la bajada hace que pase a un segundo plano.
El camino sin piedras, hace que puedas tener una buena continuidad en la bajada, e incluso permite envalentonarse y coger una velocidad considerable. Lástima que me vea obligado a parar de vez en cuando para fotografiar cosas curiosas que se ven, como la espelunga (cueva en ansotano) de Sulibarra.
El propio camino también hace que me pare para fotografiarlo, e incluso permite tirar alguna foto sobre la marcha.
Mientras yo voy parando, Pablo y Marco disfrutan de la bajada y me esperan antes de pasar la zingla que tras cruzarla nos brinda la vista del pueblo.
Retomamos la marcha los tres, pero me vuelve a tentar y paro otra vez para fotografiar lo que veo, ¡que gozada!, parece que vayamos a saltar sobre los tejados. Cuando ya parece que no podía pasar nada más, arranco y me doy cuenta que he pinchado la rueda trasera. Pablo y Marco ya han llegado al pueblo y como estoy tan cerca no reparo el pinchazo y bajo caminando los últimos metros de los 16,5 kilómetros realizados. Cuando llego, las bromas continúan,... es un día propicio.
El camino ha quedado espectacular, tanto para caminar como para ir con la bici. Solo me quedan ganas de volver para hacer el recorrido sin problemas mecánicos y poder bajar sin pensar en parar para hacer fotos.
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