El pasado domingo 21 de mayo nos fuimos con Elia a dar una vuelta por la Foz de Biniés. Dejamos el coche en el mismo pueblo de Biniés para arrancar con la ruta.
El tiempo era fresco por la mañana debido a la situación de cierzo, como decimos por aquí, que teníamos en esos días. Este fue uno de los principales motivos para elegir esta ruta ya que sino para estas fechas y con temperaturas altas el calor puede llegar a ser ya agobiante. Aunque salimos con chaqueta, en el momento que empezó a darnos el sol, hubo que quitársela.
Poco a poco íbamos avanzando y pronto llegamos a la
Cueva de los Contrabandistas, Elia ya había estado y de algo se acordaba cuando llegamos.
Una vez visitada la
Cueva de los Contrabandistas nos pusimos rumbo al
Barranco de San Miguel. Teníamos que descender hasta su cauce para seguirlo en un buen tramo hasta alcanzar el acceso que nos llevase a la conocida como la
Cueva del Moro, el segundo de los objetivos del día.
Tras un destrepe en el barranco, y antes de llegar al primer rapel equipado, está el desvío hacia la cueva, justo antes de un frondoso tejo. Nosotros bajamos hasta el rapel, me apetecía enseñar a Elia como se equipaban los barrancos hace ya unos cuantos años (nada que ver con las actuales condiciones).
El sendero se adentra por la margen derecha del barranco salvando desnivel justo por debajo de las paredes verticales. En algún momento hay que prestar atención por la exposición, pero sin dificultades para llegar al destino.
La repisa es espectacular. Sus vistas hacia el
Rio Veral, formando la
Foz de Biniés son de lo mejor de la jornada junto con las paredes enfrentadas a la otra orilla del
Barranco de San Miguel.
Las pinturas rupestres que dicen quieren expresan algún tipo de calendario ahí están para valorarlas y cuidarlas.
Aunque estando allí no se encuentra el momento de volver, teníamos que arrancar y deshacer el camino por el cauce del
Barranco de San Miguel hasta justo debajo de la
Borda Capeta. Desde allí remontamos por el GR otra vez hacia
Biniés para desviarnos hacia la
Espelunga Trueno, tercer objetivo del día.
Al llegar al abrigo fresco y húmedo, nos reciben numerosos aviones comunes y entre ellos un simpático trepador azul. Después de ver el pequeño abrevadero tallado de madera y comido por el mineral de la caliza disuelto y precipitado sobre él, decidimos echar un bocado antes de retomar el camino de vuelta para completar la circular.
La
Foz de Biniés y su entorno nos ofrece abundantes contrastes, desde los tulipanes silvestres propios de la zona, hasta las vistas de las nieves primaverales de los últimos días en los picos, pasando por las abundantes carrascas de las orientaciones sur.
Para nada desmerecen las vistas a las zonas agrícolas de la
Canal de Berdún, rodeando al propio
Berdún y a la
Ermita de la Vigen del Pueyo de
Biniés.
La llegada a Biniés con su castillo medieval completaron una extraordinaria jornada. Como curiosidad, este castillo pasó, ya en el siglo XVI, de sus funciones defensivas a ser vivienda palaciega de la familia Urriés, procedentes de Ayerbe y conocidos como Señores de Biniés.
Día redondo, en una mañana de domingo, con un tiempo excepcional para transitar por la zona, sin frío y sin calor agobiante.
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