El pasado sábado 11 de septiembre madrugamos con Elia para hacer un recorrido desde Linza que, además de repetir algún pico conocido, completara la ascensión a algún otro que le quedaba por hacer por la zona. Así, arrancamos en dirección a la Mesa de los Tres Reyes igual que hacía unos años.
La mañana era fresca, lo que ayudaba a caminar sin exceso de calor. Éramos muchos los que habíamos elegido el día para esto y eso que habíamos querido evitar las multitudes de agosto aplazando la actividad a este mes.
Poco a poco y a buen ritmo íbamos avanzando y ganando altura. Las buenas vistas de Petrachema nos animaban a subir entre el abundante gentío que llevaba el mismo camino que nosotros.
Las últimas trepadas nos pusieron el la punta de La Mesa de los Tres Reyes entre un montón de gente. Los dos estábamos un poco agobiados y perdimos el tiempo justo para llegar al castillo que Elia recordaba de su primera ascensión, echar la foto de rigor y darnos media vuelta para dirigirnos al siguiente objetivo del día.
Nos fuimos hacia
Budoguía y ya no había nadie. Antes de las trepadas para llegar a la cima paramos para ponernos algo de ropa, beber y comer algo solos y tranquilos.
Las trepadas le gustaron mucho a Elia, pero se le hicieron cortas y enseguida nos encaramamos a la punta de
Budoguía. Las vistas de la
Mesa,
Pèneblanque,
Añelarra o
Anie eran de lo mejor.
Desde allí, y siguiendo los límites entre Ansó e Isaba, nos dirigimos hacia nuestro tercer objetivo del día, Ukerdi.
Allí, la vista de extenso Karst de Larra que incluye la Reserva Integral de Ukerdi, permite observar el terreno abrupto con sus abundantes simas y dolinas, así como los pinos negros que salpican los lapiaces y dan contraste a la clara caliza.
Dejando los límites territoriales y adentrándonos en los pastos ansotanos de
Ukerdi, comenzamos el fuerte descenso hacia la
Hoya del Portillo. Desde allí podíamos observar lo que nos quedaba para nuestro cuarto objetivo,
La Paquiza de Linzola.
En la
Hoya del Portillo de Larra, echamos otro tentempié y un buen trago de agua antes de afrontar la última remontada del día. En el ascenso por la norte de
La Paquiza teníamos una buena visión del recorrido que habíamos hecho durante la mañana.
Elia no se acordaba muy bien de su
primera ascensión a la Paquiza , pero al llegar a la cima y comentarle que antes había una pequeña caseta empezó a recordar algo y poco a poco se resituaba con su memoria.
La bajada por la arista, con buenas vistas hacia el
Rincón de Belagua, nos acercaron hasta el
Collado de Zaparreta desde donde, entre un bosque conocido, nos plantamos en la parte trasera del
Refugio de Linza.
Una buena vuelta, con distancia y desnivel considerable donde recorrimos picos conocidos y otros no conocidos completaron una mañana montañera bien maja, donde pasamos de la multitud del ascenso a la
Mesa de los Tres Reyes, al disfrute en solitario de los otros tres picos del mismo entorno. Unos huevos fritos, esta vez en casa, por la aglomeración que había en el momento de llegar al refugio pusieron la guinda a un buen día de monte desde casa.
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