Desde por la mañana en Ansó se respiraba un ambiente optimista. La afluencia de casi 260 personas dispuestas a disfrutar de nuestros montes creaban esta situación.
En el arranque del camino, grandes y pequeños esperaban su turno, como si de un atasco se tratara, pero con la diferencia a favor del ambiente descrito. Poco a poco todo se fue solucionando y el propio terreno iba colocando a cada uno en su sitio.
Con Elia no habíamos decidido de antemano que recorrido hacer. Era un día para pasarlo bien y disfrutar sin objetivos fijados. Yo le había comentado que esta vez el recorrido largo, era largo de verdad y ya habíamos quedado en que todo se iría solucionando sobre la marcha. Al llegar al avituallamiento donde los recorridos se separan, y después del tentempié no hubo dudas y continuamos hacia el recorrido largo.
Continuamos subiendo hacia Calveira, por su cerro pelado, disfrutando de las vistas que teníamos del valle.
Una vez pasado el cerro, poco a poco la pendiente se suavizaba y todo resultaba más relajado y la conversación con unos y con otros era más llevadera.
En la parte más alta del cerro de "Os Ordiales" había que decidir si comenzar a bajar o culminar la caminata con el ascenso a la Punta Forato. Esta vez el consenso entre Elia y su amigo Martín permitió tomar la decisión de llegar hasta el final y completar totalmente el recorrido largo.
Mientras subíamos a Forato nos empezamos a cruzar con gente que ya bajaba de la punta. Nos entretuvimos lo justo para no perder demasiado tiempo ya que todavía había que llegar y además quedaba un buen trecho para terminar la caminata.
Después de disfrutar de las vistas que ofrece la punta y la alegría por haber llegado tan cómodamente, las carreras en la bajada se iban sucediendo. De esta forma pronto llegamos al segundo avituallamiento donde Elia y Martín encontraron el chorizo que tanto esperaban.
La bajada hacia Ansó por el camino viejo, que discurre por el fondo de valle y que une Ansó y Zuriza, resultó entretenido. Cruzando los barrancos de Zordoquí y Turieta nos fuimos acercando entre sombras que permitían no pasar demasiado calor. Una pequeña remontada desde Zaburría nos permitió llegar a Ansó de una forma diferente.
Las migas, preparadas para la comida, y el resto de viandas pusieron el colofón a una Marcha Senderista extraordinaria, por el tiempo, por el entorno, por el ambiente, por la masiva afluencia, por el voluntariado y sobre todo por una organización perfecta llevada a cabo por el Club de Montaña Linza. Obligada es la felicitación para todos los que hacen posible que tanta gente disfrutemos de esta manera.
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