miércoles, 7 de octubre de 2015

Vía Santi Sagaste. Mallo de la Mora, Peña Rueba.

El sábado pasado, 3 de octubre, las previsiones meteorológicas no eran coincidentes. Las que pronosticaban mal tiempo, hicieron que el número de anulaciones en casa fuera considerable. Pablo y yo hicimos caso de las que pronosticaban bueno y nos fuimos a escalar. Decidimos bajar a Murillo de Gallego y ver que tal se estaba por Peña Rueba para hacer la Vía Santi Sagaste.




La vía es de 220 metros y tiene un grado de V+, aunque el arranque es de 6a. Pablo había mirado reseñas y había tomado nota de uno de los consejos que andan por ahí. El apoyo de un pie en una sabina a pie de vía para salvar la primera panza resultó de lo más cómodo. Yo además, hice la primera de las trampas de la mañana. No solo puse el pie en la sabina sino que la mano fue directa a enganchar la primera cinta para salvar el "pasito".




Después del primer tramo vertical, que se subía mejor de lo esperado por la cantidad de posibilidades de colocar los pies, el largo se tumbaba un poco facilitando el avance.




Los tres largos siguientes son parecidos, con tramos donde la dureza del quinto grado se suaviza, cosa que a mi me viene muy bien, mientras que a Pablo no le hubiera importado mantener más rato el V+.




En el quinto largo una salida en travesía a la izquierda lleva a una panza expuesta en la que me tocó apretar. Esto hizo que un poco más arriba en otra panza curiosa realizara la segunda trampa de la mañana. Pablo desde la reunión me decía que si subía los pies tenía una buena presa para salvar el paso. Aunque ya había quitado la cinta, la mejor manera que vi para subir los pies, fue volver a colocarla y, efectivamente, había una muy buena presa para subir. En fin, cosas que pasan... 




En nuestra vía llevábamos una cordada por detrás, pero las vías adyacentes estaban repletas de gente. Bea formaba parte de la cordada perseguidora. Comentado que eramos de Ansó, nos dijo que era una buena aficionada al esquí de travesía y que ya tenía ganas de empezar la temporada,...fácil será que nos volvamos a encontrar si aparece por nuestra zona.




En la vía de nuestra izquierda había un buen ambiente propiciado por varias cordadas de escaladores veteranos que probaban una vía nueva "Dos diablos en el corazón". Canciones y risas producidas por continuos chistes, hacían que nos contagiaran la risa mientras nos comentaban que la vía estaba muy bien..., tomamos nota.




Nuestros vecinos nos comentaron que aunque la roca del último largo parecía un poco "podrida", se quedaba en eso, solo apariencia. El largo es vertical, recto y disfrutón, cosa que se agradece para terminar la vía, y más cuando se lleva todo el verano sin escalar como era mi caso.




Desde la punta del mallo iniciamos el descenso por unas cadenas y cuerdas fijas que nos llevaron rápidamente a empalmar con la ferrata que estaba bastante concurrida.



Una vez en el coche, compartimos un bocata de tortilla de calabacín acojonante. Tuve que darle la razón a Pablo cuando comentó que teníamos que comernos todo y no dejar nada, ya que si no, otro día no le pondrían en casa tanta cantidad.

Una buena reseña para hacerse una idea de la vía está en "8000 metros verticales"










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