Solo faltaba que continuara cumpliéndose, ya que no daban precipitación, al menos durante la mañana.
Con algo de retraso y rondando los 150 participantes nos pusimos en marcha para disfrutar de un agradable paseo por el monte Ezpelá. Los dos recorridos preparados por la organización esperaban para ser pateados por los que allí acudieron.
Conforme avanzábamos veíamos que las "boiras" se arrastraban por los cerros más bajos y Elia se paraba y decía: "Mira papá parece que los montes quieren escaparse", intentando explicar la sensación de movimiento que producen estas situaciones.
Pasado el primer avituallamiento, Elia aún no se había decidido en realizar el recorrido corto o el largo. Durante la semana había preguntado varias veces si ella podría hacer el largo. Yo le había dicho que sí, pero de lo que se trataba era de disfrutar y si en el momento de tomar la decisión le apetecía hacerlo, que lo hiciera y si le apetecía hacer el corto haríamos el corto.
Tras preguntar varias veces donde estaba el punto donde se separaban los recorridos y llegar a él, la decisión fue rápida, "¡quiero hacer el largo!" sin dudarlo ni un segundo. Nos encaminamos hacia el Campo del Morral y enseguida disfrutamos de las vistas que la punta de Ezpelá nos ofrece.
Pese a la niebla y la mañana gris y húmeda, Elia estaba eufórica y, como ya es habitual, al empezar a bajar comentaba: "pues esto de la larga no es para tanto". En la bajada hacia la Loma Escalerilla, donde estaba situado el otro avituallamiento, me explicó con todo lujo de detalles como era la casa secreta de árboles que tenía con sus amigas. Los que iban delante también se enteraron bien de donde tenían los dormitorios, la sala de estar, la cocina, los grifos, las cortinas y hasta las cerillas. Todo ello imaginario claro.
Al llegar al avituallamiento fuimos recibidos estupendamente. Elia dijo: "¡este avituallamiento es mucho mejor que el de la corta, tiene hasta chorizo!". Manolillo cortó unos trozos de pan y yo también disfruté del bocado, acompañado de un buen trago de vino.
Después del entretenido y provechoso avituallamiento nos quedamos un poco fríos. La solución fue echar a correr mientras Elia me comentaba "Manolillo es muy majo, aunque canta un poco mal". Entre carrera y carrera y aunque el día continuaba siendo gris, Elia se paraba y miraba al Paco Ezpelá diciendo: "¡esto no lo pueden ver en las ciudades, haz una foto y se lo enseñaremos a Alejandra para que lo vea!".
Las carreras las mantuvimos hasta la tejería. Ya solo faltaba llegar a casa y darnos una ducha. Como habíamos llegado con tiempo, aún nos echamos unos vermuts por Ansó antes de ir a comer al triquete, donde como todos los años disfrutamos de unas buenas migas acompañadas de panceta, longaniza y chistorra a la brasa que "entraron sin tocar".
Al final, la previsión meteorológica se cumplió y todo salió redondo. Todos disfrutamos de un buen día y Elia terminó contentísima de haber hecho por primera vez el recorrido largo de la Marcha Senderista Otoño Valle de Ansó.
Los tracks de los dos recorridos son:
Podéis ver la anterior edición pinchando aquí.
Exito total,gracias a la inestimable ayuda de voluntarios y colaboradores,como no,entre ellos de Casa Baretón que siempre nos está apoyando en todo. Gracias.
ResponderEliminarSeguid contando con ello. Siempre que se pueda estaremos allí.
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