Salimos temprano desde la curva helicoidal y eso se traduce en que la nieve está como una piedra, pero queda día por delante, y además la meteo promete.
Aún sin darnos el sol, la ropa excesiva empieza a estorbar. A los dos les hago mirar hacia atrás y les recuerdo nuestra aventura por los agujeros de Larra. Al mantener una distancia prudencial la respuesta se adivina solamente en la mirada de Peyo.
Así como vamos avanzando tenemos a la vista el pico que, como siempre que hace buen tiempo, se muestra con muy buena cara. También asoma el Soum Couy por el otro lado para recordanos que él también está allí.
Así como pasa la mañana, el disfrute es total. Solo por las vistas ya merece la pena. Echamos un pequeño bocado al cuerpo y continuamos hacia nuestro objetivo de forma directa y sin titubeos.
Pronto encaramos la pala del pico y Peyo enseña a Jaime cómo le puede grabar con el móvil, mientras sube por la pala.
Viendo el día que tenemos se puede imaginar como nos sentimos ahí arriba y más a la hora de almorzar. Hay bastante gente que ha elegido el Anie para este día, y no me extraña, teniendo en cuenta como está la cosa por el resto de la zona y cómo está aquí.
Estando en la cima llegó la anécdota del día. Había llevado el casco puesto hasta para almorzar, pero en un momento dado, y sin recordar por qué, me lo desabroché y al agacharme a coger un esquí para quitar las pieles, allá que fue todo decidido a bajar la pala del Anie. Toda la gente que ahí había estuvo pendiente de si continuaba o se paraba, pero el jodido de él aprovecho su momento de libertad y se bajó toda la pala como un señor.
Intenté bajar lo más rápido posible para llegar a donde se había parado, para ver las consecuencias de su aventura, y salió bastante bien parado. Me lo puse bien atado y continuamos la bajada los dos juntos.
Tras la pequeña remada para pasar la vaguada de la base del Anie, continuamos con la bajada disfrutona y con la nieve en su punto, haciendo que incluso perdiéramos el control en alguna que otra ocasión por crecernos demasiado.
Al final otra pequeña remada por la pista de esquí de fondo en la Contienda, y con buena hora nos dirigimos a comer muy a gusto en el Camping Zuriza, donde, como siempre, nos tratan de maravilla.
Con esto, Peyo que hacía bastante tiempo que no estaba en el Anie, y Jaime, que ha hecho su pico más alto con esquís, parece que han olvidado la aventura de Larra, aunque estemos muy cerca de la zona.
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